En última instancia, el futuro de las finanzas sostenibles depende de la transparencia y la confianza, dos pilares sobre los que el artículo 8 del SFDR ha tratado de construir un nuevo paradigma regulatorio. Pero para garantizar que este sistema funcione, es esencial que los gestores de activos sean capaces de proporcionar datos tangibles y verificables.
La creciente adopción de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y el blockchain, puede ser una respuesta eficaz a los retos relacionados con la recopilación y el análisis de datos ESG, reduciendo el riesgo de greenwashing y mejorando el rendimiento de los fondos sostenibles.
Algunos ejemplos concretos muestran cómo estos esfuerzos pueden dar lugar a resultados tangibles: un fondo gestionado por una empresa líder en finanzas sostenibles ha publicado recientemente un informe que muestra una reducción del 30% de las emisiones de carbono de su cartera en tres años, gracias a la integración de datos ESG en tiempo real y a estrategias proactivas de engagement con las empresas participadas.
La integración de criterios ESG ya no es una opción, sino una necesidad impuesta por la regulación y la presión de los inversores. Sin embargo, el éxito depende de la capacidad de construir un sistema basado en datos fiables y verificables. El artículo 8 sirve de guía, pero el camino a seguir requiere una combinación de habilidades técnicas, transparencia y rendición de cuentas. Solo así podremos garantizar unas finanzas sostenibles, que no solo estén reguladas, sino que también sean auténticas y creíbles.