Para muchos visitantes, el Parque Nacional Hell’s Gate en Kenia provoca una extraña sensación de déjà vu. Gran parte de la película de 1994 El Rey León se inspiró en el parque, y miles de turistas todavía vienen cada año para ver los escarpados acantilados que dieron origen al clásico de la infancia. Pero tres décadas después, el parque se está volviendo famoso por algo muy por debajo de la superficie.
Hell’s Gate, que se encuentra a unas 50 millas al noroeste de la capital, Nairobi, es el centro de una revolución de energía renovable en la nación del este de África. A su alrededor, el vapor sale de vastas plantas geotérmicas y las tuberías de agua serpentean por los arbustos, pasando junto a manadas de jirafas, búfalos y gacelas.
Una de cada dos personas en el África subsahariana no tiene acceso a la electricidad, y algunas grandes economías, como Nigeria y Sudáfrica, dependen en gran medida de los combustibles fósiles para abastecer a sus poblaciones en auge. Pero los ingenieros de Kenia dicen que, en un buen día, alrededor del 95 por ciento de la energía de la red nacional proviene de fuentes renovables, y entre un tercio y la mitad de eso proviene de pozos geotérmicos.