Autor: Staff TheRegTechTimes

FLORECIMIENTO MASIVO Y DINAMISMO ECONÓMICO

Las economías modernas se formaron en naciones donde surgieron valores modernos. Esas economías estaban, en esencia, impulsadas por el juicio, las intuiciones y la imaginación de un pueblo moderno, en su mayoría gente común, como me gusta decir, que trabajaba en diversos negocios. Las naciones con un alto dinamismo no sólo tenían mayores tasas de innovación, sino también mayores tasas de satisfacción laboral y felicidad vinculadas a recompensas no pecuniarias, como sentimientos de logro, ejercicio de la imaginación para crear cosas nuevas y superación de desafíos. Esas naciones propiciaban el florecimiento masivo.
Por el contrario, el dinamismo era escaso y la innovación y la satisfacción laboral menos abundantes en las sociedades donde prevalecían los valores tradicionales, como el conformismo, el miedo a correr riesgos, el servicio a los demás y el enfoque en las ganancias materiales en lugar de las experienciales.

EL ASCENSO Y LA CAÍDA DE LA INFLACIÓN

Las recientes oscilaciones de precios reflejaron en gran medida shocks relacionados con la energía y la oferta, más que un sobrecalentamiento macroeconómico
Cuando la inflación empezó a aumentar en 2021, la mayoría de los responsables de las políticas y los analistas predijeron que el aumento no sería particularmente grande ni persistente. Pero en 2022, la inflación se había convertido en un problema agudo para los bancos centrales. Luego, después de uno de los ajustes de política monetaria más marcados y sincronizados de los que se tenga registro, la inflación mundial disminuyó casi tan repentinamente como había aumentado.
Vemos dos explicaciones generales. La primera destaca que la inflación aumentó al mismo tiempo en la mayoría de los países porque estuvieron sujetos, en distintos grados, a una secuencia similar de shocks: la pandemia, las restricciones a la movilidad y las medidas de política económica asociadas, especialmente el alcance del apoyo fiscal y monetario. Esto pone de relieve los factores internos. Un mayor apoyo fiscal y monetario, mercados laborales más ajustados o expectativas de inflación menos ancladas se traducirían en una mayor inflación.
La segunda destaca que la inflación aumentó en todas partes al mismo tiempo, no porque los shocks locales fueran idénticos en todos los países, sino porque intervinieron causas globales. El aumento de los precios de la energía y los alimentos, intensificado por la invasión rusa de Ucrania, desencadenó una crisis energética similar a los shocks petroleros de los años 1970. La geopolítica fue la causa de ambas series de acontecimientos. Y es cierto que los precios globales de la energía y la inflación general aumentaron juntos, aun cuando las expectativas de inflación a largo plazo se mantuvieron estables.

DEBEMOS DEPOSITAR NUESTRA ESPERANZA EN EL MULTILATERALISMO

Un multilateralismo más fuerte
La Organización Mundial del Comercio debería aprovechar al máximo las indudables habilidades de su directora general, Ngozi Okonjo-Iweala, para resolver las disputas comerciales mediante la conciliación, el arbitraje y la negociación, lo que marcaría un paso atrás respecto de su sistema de apelación basado en los jueces, excesivamente legalista y ahora defectuoso.
Al mismo tiempo, el FMI debería reforzar su papel en la prevención y resolución de crisis. Bajo el firme liderazgo de Kristalina Georgieva, el FMI debería dar más prioridad a su papel fundamental como sistema de alerta temprana para la economía mundial, movilizar su capacidad de préstamo de un billón de dólares para ofrecer un mejor seguro contra las conmociones económicas, negociar un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana mucho mejor y crear así una red de seguridad financiera mundial más amplia.
Dado que el 59,1 por ciento de las acciones con derecho a voto del FMI están en manos de países que representan el 13,7 por ciento de la población mundial, mientras que la participación combinada de India y China es de sólo el 9 por ciento, el FMI debe reformar su constitución.
El Banco Mundial debe convertirse, como ha propuesto su nuevo y dinámico presidente, Ajay Banga, en un banco mundial de bienes públicos centrado tanto en el capital humano como en la gestión ambiental. Se estima que las economías de mercados emergentes y en desarrollo, excluida China, necesitarán 3 billones de dólares al año para 2030 para financiar la acción climática y los ODS, de los cuales 2 billones deberían recaudarse en el país y 1 billón tendrá que provenir del exterior.
El informe Summers-Singh del Grupo de los Veinte (G20) ha propuesto que los bancos multilaterales de desarrollo proporcionen un aumento anual de 260.000 millones de dólares. Es necesario movilizar mecanismos financieros innovadores, incluido el uso de garantías para reducir el riesgo y aumentar la inversión del sector privado, para impulsar y complementar estos esfuerzos. El Banco Mundial y los bancos multilaterales de desarrollo necesitarán más fondos de los accionistas mediante un aumento de capital.
Dado que el Grupo de los Siete tiene un número demasiado reducido de miembros para ser el comité directivo de la economía mundial, el G20 debería convertirse en lo que se pretendía que fuera: el principal foro para la cooperación económica mundial. Para que eso funcione, necesita ser más representativo a través de un sistema de circunscripciones y debería reunir una secretaría profesional que pueda asegurar la continuidad de las políticas de un año a otro.
Mantener la esperanza en tiempos difíciles es esencial. El tratado de prohibición de los ensayos nucleares de Kennedy en la década de 1960, las reducciones de armas nucleares de Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en la década de 1980, los esfuerzos multinacionales para prevenir el agotamiento de la capa de ozono en la década de 1990, la cumbre del G20 de 2009 para estabilizar la economía mundial y el más reciente acuerdo de París sobre el clima son ejemplos del potencial de la cooperación mundial. Pero el éxito requiere un liderazgo visionario y la voluntad de trabajar juntos.
Tenemos ante nosotros dos caminos: uno conduce a la fragmentación global y a la profundización de las crisis, mientras que el otro, si trabajamos colectivamente, traerá prosperidad, progreso y esperanza. Yo elijo la esperanza.

NO HAY TIEMPO PARA MEDIAS TINTAS

La agenda para lograr que el FMI y el universo más amplio de instituciones financieras internacionales funcionen mejor tiene cuatro elementos vitales. Será difícil lograrlos, pero ya no es tiempo de tomar medidas a medias.
En primer lugar, es necesario mejorar radicalmente la forma de abordar los sobreendeudamientos inmanejables. La necesidad de coordinar a los prestamistas oficiales tradicionales organizados en el Club de París, las instituciones chinas y los prestamistas privados plantea nuevas dificultades. Existe un amplio consenso en que el marco común del Grupo de los Veinte para el alivio de la deuda no está haciendo lo suficiente para ayudar a los países pobres. ¿Cómo puede hacerlo, cuando, como señalan Summers y Singh, “el aumento de las tasas de interés y los pagos de bonos y préstamos significó que casi 200.000 millones de dólares salieron de los países en desarrollo hacia los acreedores privados en 2023, eclipsando por completo el aumento de la financiación de las instituciones financieras internacionales”? Los países pobres del mundo no pueden manejar los riesgos que imponen las tasas de interés más altas en los países de altos ingresos. Como bien argumentó Anne O. Krueger, entonces subdirectora gerente del FMI, en 2002, el mundo necesita un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana. Lo necesitaba entonces. Lo necesita aún más hoy.
En segundo lugar, se necesitan muchos más recursos. Sólo así podrán el FMI y otras instituciones financieras internacionales ofrecer el tan necesario seguro contra las crisis y desempeñar su papel catalizador esencial en la financiación del desarrollo y la provisión de bienes públicos globales esenciales, especialmente un clima estable. El papel del FMI es, sobre todo, proporcionar financiación de respaldo, pero para poder hacerlo necesita muchos más recursos.
En tercer lugar, la distribución de los votos debe reflejar la magnitud de los cambios en el equilibrio de la influencia económica mundial durante las últimas cuatro décadas. Si eso no sucede, el FMI y otras instituciones financieras internacionales no serán las instituciones globales que el mundo necesita. En la actualidad, la cuota de Japón en el FMI es mayor que la de China, y la del Reino Unido es mayor que la de la India. Es posible argumentar que la posesión de una moneda convertible justifica la sobre ponderación de los países de altos ingresos, pero ese grado de desequilibrio destruye la legitimidad de la institución.
Por último, la antigua costumbre de tener un director gerente del FMI europeo y un presidente del Banco Mundial estadounidense debe dar paso a la búsqueda del mejor candidato posible de cualquier parte del mundo.
Nadie que observe el mundo de hoy puede dudar de la magnitud de los desafíos que se avecinan. Mantener instituciones globales eficaces será sumamente difícil. En una época de crecientes tensiones globales, reactivar la cooperación necesaria puede parecer una esperanza perdida, pero es la única manera de evitar que el mundo parezca aún peor dentro de cinco años.

LOS DESAFÍOS ENTRELAZADOS DEL SAHEL

Para frenar la captura del Estado por parte de unos pocos grupos que abusan de su proximidad con quienes tienen poder político es necesario mejorar las instituciones fomentando la eficiencia y la integridad. Las acciones propuestas por el grupo de expertos ciudadanos de África occidental (WATHI), que dirijo, incluyen el fortalecimiento de las instituciones que controlan el uso de los recursos públicos y la lucha contra la corrupción, al tiempo que se institucionaliza la participación ciudadana en el debate sobre políticas públicas como un componente esencial de la gobernanza democrática. También recomendamos un enfoque institucional deliberado destinado a reducir las desigualdades espaciales dentro de los países mediante el seguimiento de los avances en la prestación de servicios públicos.
Ayudar a estabilizar los países del Sahel es esencial para el desarrollo económico sostenible en una amplia franja del continente africano. A pesar de los efectos de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, varios países de África occidental (por ejemplo, Benín, Côte d’Ivoire y Senegal) han logrado un crecimiento económico notable en los últimos años. No obstante, la continuidad del crecimiento depende del mantenimiento de la seguridad en sus territorios y de la percepción del riesgo, que se ve afectada por la situación en el Sahel.
Las instituciones financieras internacionales deben tomar más en serio el contexto local y los efectos adversos de las intervenciones impulsadas desde el exterior, especialmente en el Sahel. En particular, esas instituciones deben trabajar con los países de la región para priorizar la inversión en educación y formación profesional y la reforma de esas esferas. Esto ayudará a estimular las economías locales basadas en la producción agrícola, la cría de ganado y el procesamiento de recursos naturales en pequeña escala.
En toda África occidental, el progreso económico y social sostenible (que no debe confundirse con el crecimiento económico de corto plazo) depende de reorientar los esfuerzos hacia la creación de instituciones y la inversión en la gente.

LAS POSIBILIDADES ECONÓMICAS DEL POLVO DE HADAS

Keynes celebró los ideales de las instituciones de Bretton Woods como una victoria del espíritu humano.
Uno de los discursos más divertidos que pronunció John Maynard Keynes en sus 30 años de vida pública fue también uno de sus últimos. Hablando entre los “velos y barbas de musgo español” en el calor de finales de invierno de Savannah, Georgia, Keynes pidió a su audiencia de economistas, abogados y diplomáticos que pensaran, por un momento, en las hadas de “La Bella Durmiente”.
Keynes se preguntaba qué se les podría pedir a esos espíritus benévolos en el “bautizo” de sus amados “gemelos” –el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional–. Keynes esperaba tres “regalos apropiados”. Primero, un abrigo multicolor que sirviera como “un recordatorio perpetuo de que pertenecen al mundo entero”. Segundo, un conjunto de vitaminas que les diera “energía y un espíritu valiente”. Finalmente, el don de “sabiduría, paciencia y gran discreción” para ganarse la confianza de los pueblos necesitados.
Aunque puede que no haya sido captada por su público, la invocación de “La Bella Durmiente” fue más que un mero capricho de Keynes; fue una alusión literaria que reforzaba lo que él entendía como el propósito fundamental de lo que se conocería como las instituciones de Bretton Woods. Antes de la adaptación cinematográfica de Walt Disney en 1959, “La Bella Durmiente” era más conocida como un exuberante ballet del compositor ruso Tchaikovsky, basado a su vez en una historia alemana de los hermanos Grimm, quienes habían tomado como base un cuento popular francés medieval. Ninguna nación podía reivindicar “La Bella Durmiente” como su instrumento o propiedad: la atemporalidad de la historia era producto de su internacionalismo.

TRANSFORMANDO LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

Wendy Carlin explica cómo un nuevo enfoque de la educación económica puede ayudar a abordar problemas sociales urgentes
A principios de la década de 2010, un grupo de profesores de todo el mundo se vio impulsado a renovar el plan de estudios de economía para estudiantes de grado, con el doble objetivo de reflejar los avances en la investigación económica y hacer que la enseñanza de la economía fuera más pertinente a los problemas del mundo real. En 2013, Wendy Carlin, Samuel Bowles del Instituto Santa Fe y otros, entre ellos Oscar Landerretche de la Universidad de Chile, fundaron Curriculum Open-access Resources in Economics (también conocido como CORE Econ) para ofrecer cursos de alta calidad y acceso abierto a estudiantes y profesores de todo el mundo. Al incluir temas como el cambio climático, la desigualdad, la innovación y el futuro del trabajo, CORE Econ busca ampliar el plan de estudios estándar, aumentar el acceso a la educación en economía y atraer y retener a un cuerpo estudiantil más diverso.
Carlin, profesor de economía en el University College de Londres y recientemente elegido vicepresidente de la Asociación Económica Internacional, habló con F&D sobre por qué es vital repensar el enfoque de enseñanza tradicional.

PRODUCTIVIDAD TOTAL DE LOS FACTORES

¿Cómo pueden las economías hacer más con menos?
Nos demos cuenta o no, pensamos en la productividad todo el tiempo. ¿Puedo hacerme cargo de otro proyecto en el trabajo sin sacrificar mi fin de semana? ¿Puedo ahorrar tiempo de traslado trabajando desde casa? ¿Este curso me ayudará a hacer mejor mi trabajo?
Los libros de autoayuda sobre productividad suelen encabezar las listas de ventas, y los más vendidos más recientes en Estados Unidos prometen a los lectores potenciales consejos sobre cómo “hacer más en menos tiempo”, “lograr sus objetivos sin estrés” o “recuperar su tiempo en un mundo que exige más”.
Los macroeconomistas piensan en la productividad de la misma manera y de forma muy similar. Su foco es la productividad de toda la economía, a la que denominan productividad total de los factores (PTF).
Se trata de una medida de la capacidad de una economía para generar ingresos a partir de insumos, es decir, para hacer más con menos. Los insumos en cuestión son los factores de producción de la economía, principalmente el trabajo aportado por su población (“trabajo” para abreviar) y su tierra, maquinaria e infraestructura (“capital”). Si una economía aumenta su ingreso total sin utilizar más insumos, o si la economía mantiene su nivel de ingreso mientras utiliza menos insumos, se dice que disfruta de un PTF más alto.
Según las Penn World Tables, las economías con algunos de los PTF más altos del mundo (países como los Países Bajos, Noruega, Suiza y los Estados Unidos) también se encuentran entre los más ricos. Si se considera esta asociación entre eficiencia productiva y prosperidad económica, las tendencias recientes son preocupantes. Investigaciones recientes del FMI muestran que el crecimiento del PTF se ha desacelerado en todo el mundo desde la crisis financiera mundial. En los países en desarrollo de bajos ingresos, ha llegado a un punto muerto virtual en los últimos años.

LO QUE ES EL CRECIMIENTO INCLUSIVO

Los defensores pretenden crear sociedades que sean libres, iguales y ricas.
¿Cuál es el papel del gobierno en las economías modernas? ¿Es posible crear una sociedad más igualitaria sin sacrificar la libertad económica ni la riqueza? ¿Debemos hacer hincapié en la igualdad de oportunidades o en la igualdad de resultados? La idea del “crecimiento inclusivo” busca lograr este equilibrio.
Como el término puede estar abierto a interpretación, permítanme ofrecer una definición: el crecimiento inclusivo busca impulsar la riqueza y el bienestar nacionales al tiempo que reduce la pobreza, garantiza la equidad entre generaciones y preserva las libertades económicas.
Existen distintas interpretaciones de la libertad. Los libertarios abogan por una mínima intervención del Estado en la vida privada y por el libre mercado. En cambio, el enfoque de las capacidades, defendido por el premio Nobel Amartya Sen, se centra no sólo en la ausencia de restricciones, sino también en la presencia de oportunidades para vivir sanos, educados y seguros. Cada interpretación establece un estándar diferente de lo que significa ser una “buena sociedad” y prevé un papel distinto para el gobierno en su consecución.
Incluso los defensores más conocidos de la libertad, desde John Locke hasta Adam Smith y John Stuart Mill, reconocieron la necesidad de cierta intervención gubernamental. Sus diferentes puntos de vista nos llevan al corazón del debate sobre lo que significa ser una sociedad libre e igualitaria. Imaginemos que estamos al mando del diseño de una sociedad. ¿Cómo lograríamos un equilibrio entre estos principios? Toda elección de política implica una disyuntiva.

LA PROMESA Y EL PELIGRO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La IA generativa está preparada para desatar una ola de creatividad y productividad, pero plantea preguntas importantes para la humanidad
Imaginemos un mundo en el que las máquinas fueran artistas, narradoras o incluso economistas que produjeran contenidos que imitaran la inteligencia humana. Alan Turing, el pionero de la informática, fue el primero en imaginar la posibilidad de que las máquinas alcanzaran esos niveles de maestría en un artículo de 1950. Con ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial generativa, su predicción de un “juego de imitación” ya es realidad. Parece como si nos hubieran catapultado a un universo que antes estaba reservado para la ciencia ficción. Pero ¿qué es exactamente la IA generativa?
GenAI representa el avance más impresionante en tecnologías de aprendizaje automático hasta el momento. Marca un salto significativo en la capacidad de la IA para comprender e interactuar con patrones de datos complejos y está preparada para desatar una nueva ola de creatividad y productividad. Pero también plantea preguntas importantes para la humanidad. Los hitos de innovación clave marcaron el camino hacia su sofisticación actual.
En la década de 1960, un programa llamado ELIZA impresionó a los científicos por su capacidad de generar respuestas similares a las humanas. Era básico y operaba con reglas establecidas, pero fue el precursor de lo que hoy conocemos como “chatbots”. Dos décadas después, aparecieron las redes neuronales artificiales. Estas redes, inspiradas en los cerebros humanos, brindaron a las máquinas nuevas habilidades, como comprender los matices del lenguaje y reconocer imágenes. Pero un conjunto limitado de datos para el entrenamiento y una potencia informática inadecuada frenaron el progreso real. Sorprendentemente, estos recursos gemelos siguieron duplicándose cada año, preparando el escenario para la tercera ola de IA en la década de 2000: el aprendizaje profundo.