La Ley del Clima tiene tres elementos clave. El primero es su objetivo de que la UE reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % para 2030, con un nuevo objetivo de reducción que se establecerá para 2040. La UE debe alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050 y aspirar a lograr emisiones negativas a partir de entonces. El segundo elemento importante es garantizar que avancemos hacia ese objetivo. La Comisión Europea ha establecido un marco para evaluar los avances concretos y comprobar si las medidas nacionales y de la Unión son coherentes con el objetivo. Publicará informes periódicos sobre las conclusiones de estas evaluaciones. El tercer y último elemento es garantizar que utilizamos los instrumentos más eficaces para lograr el objetivo. La introducción de un Comité Consultivo Científico Europeo sobre el Cambio Climático promueve la idea de que todas las políticas deben basarse en conocimientos científicos actualizados.
Es difícil exagerar la importancia de la Ley del Clima. La UE está poniendo el listón muy alto. Permítanme citar lo que dice la ley sobre la transición a la neutralidad climática. «Requiere cambios en todo el espectro político y un esfuerzo colectivo de todos los sectores de la economía y la sociedad […] toda la legislación y las políticas pertinentes de la Unión deben ser coherentes con el objetivo de neutralidad climática y contribuir a su cumplimiento, respetando al mismo tiempo unas condiciones de competencia equitativas».