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LOS COSTOS SOCIALES DEL PRECIO

El gobierno por el precio se ha puesto de moda, no sólo en la economía sino también en las políticas públicas. Poner un precio a las políticas (midiendo en una unidad los beneficios para los grupos destinatarios y los costos que otros podrían soportar) proyecta un aura de objetividad y transparencia.
El objetivo es permitir a los responsables de las políticas elegir racionalmente entre diferentes formas de resolver el mismo problema: comparar diferentes problemas y sus soluciones políticas simplemente según su rentabilidad relativa en dólares o en alguna otra moneda. Una vez que todo se mide y se compara, es casi posible prescindir de la política.
El desorden de la política, con las interminables luchas por encontrar puntos en común entre objetivos inherentemente inconmensurables, puede convertirse en una simple hoja de cálculo entre la cual elegir la opción más rentable. El gobierno se está convirtiendo en un gobierno basado en etiquetas de precios.
Los mercados de tipo ideal, del tipo que sólo se encuentra en los libros de texto, sirven como modelo. La idea es que el comercio revela el valor de los objetos a compradores y vendedores y que, por tanto, el precio contiene toda la información relevante. Por supuesto, esto es cierto sólo en mercados eficientes: mercados sin costos de información y costos de transacción, donde no es factible ninguna transacción que beneficie a una persona sin perjudicar a otra.
La eficiencia de Pareto, como se conoce a este estado de equilibrio, es inalcanzable en el mundo real. Esta es la razón por la que, para la mayoría de los fines, se ha reemplazado por un simple análisis de beneficios netos. Siempre que los beneficios netos excedan los costos netos, vale la pena seguir una política. Pero medir todos los costos y todos los beneficios, y ponerle un precio a cada uno, es una tarea difícil. Para la mayoría de las actividades y recursos, los precios no existen o no son observables. Deben construirse activamente sobre la base de supuestos que son necesariamente incompletos o están sesgados a favor de la facilidad de mensurabilidad y que a menudo son completamente erróneos.