No puede haber paz duradera y, por lo tanto, seguridad colectiva, sin un progreso sostenible hacia la prosperidad. Esta simple idea inspiró el Plan Marshall, una de las iniciativas de mayor alcance del siglo pasado y sigue siendo relevante, especialmente dado el mundo actual de tensiones internacionales y riesgos geopolíticos, donde las decisiones sobre el equilibrio entre las necesidades de seguridad a corto plazo y el desarrollo a largo plazo deben tomarse todos los días.
Si bien cada vez se reconoce más el nexo entre la ayuda humanitaria, el desarrollo, la diplomacia y la seguridad en la respuesta a las crisis, no debemos perder de vista las inversiones a largo plazo que son esenciales para el desarrollo económico y la prevención y resolución de conflictos. No existe un simple compromiso entre estas categorías, razón por la cual la disminución de los niveles de ayuda oficial para el desarrollo en el África subsahariana debería ser tan preocupante para todos.
Por lo tanto, mientras los líderes se reúnen en la Conferencia de Seguridad de Múnich para debatir cómo apoyar la paz en un contexto de conflicto e inestabilidad crecientes, desde el Sahel hasta Ucrania y Oriente Medio, debemos asegurarnos de que la asistencia para el desarrollo pueda contribuir mejor a la agenda de seguridad internacional. Puede hacerlo a través de una mejor coordinación, acción, perspectiva e innovación.