
Las recientes oscilaciones de precios reflejaron en gran medida shocks relacionados con la energía y la oferta, más que un sobrecalentamiento macroeconómico
Cuando la inflación empezó a aumentar en 2021, la mayoría de los responsables de las políticas y los analistas predijeron que el aumento no sería particularmente grande ni persistente. Pero en 2022, la inflación se había convertido en un problema agudo para los bancos centrales. Luego, después de uno de los ajustes de política monetaria más marcados y sincronizados de los que se tenga registro, la inflación mundial disminuyó casi tan repentinamente como había aumentado.
Vemos dos explicaciones generales. La primera destaca que la inflación aumentó al mismo tiempo en la mayoría de los países porque estuvieron sujetos, en distintos grados, a una secuencia similar de shocks: la pandemia, las restricciones a la movilidad y las medidas de política económica asociadas, especialmente el alcance del apoyo fiscal y monetario. Esto pone de relieve los factores internos. Un mayor apoyo fiscal y monetario, mercados laborales más ajustados o expectativas de inflación menos ancladas se traducirían en una mayor inflación.
La segunda destaca que la inflación aumentó en todas partes al mismo tiempo, no porque los shocks locales fueran idénticos en todos los países, sino porque intervinieron causas globales. El aumento de los precios de la energía y los alimentos, intensificado por la invasión rusa de Ucrania, desencadenó una crisis energética similar a los shocks petroleros de los años 1970. La geopolítica fue la causa de ambas series de acontecimientos. Y es cierto que los precios globales de la energía y la inflación general aumentaron juntos, aun cuando las expectativas de inflación a largo plazo se mantuvieron estables (véase el gráfico 1).

Nuestra reciente investigación (Dao y otros, de próxima aparición) que abarca 21 economías avanzadas y de mercados emergentes arroja luz sobre estas explicaciones contrapuestas al descomponer la inflación general de los precios al consumidor en inflación subyacente (núcleo) y shocks generales (desviaciones de la inflación general respecto de la inflación básica). Explicamos la inflación básica mediante expectativas de inflación a largo plazo y medidas amplias de holgura macroeconómica, como la tasa de desempleo, la brecha de producción o la relación entre vacantes y desempleo. Explicamos los shocks de inflación general mediante grandes cambios de precios en industrias particulares, como alimentos, energía o transporte marítimo, y mediante medidas de disrupciones en la cadena de suministro. También permitimos el traspaso a lo largo del tiempo de estos shocks de precios de la industria a la inflación básica, que puede ocurrir a través de los efectos de la inflación general sobre los salarios y otros costos de producción.
Al unir las diferentes piezas, estimamos las respectivas contribuciones de los shocks generales, su transmisión a la inflación básica, medidas más amplias de holgura macroeconómica y cambios en las expectativas de largo plazo al aumento y la caída de la inflación en los distintos países.
En general, constatamos que los shocks generales y su transmisión a la inflación básica explican la mayor parte del aumento y la caída de la inflación. Las medidas más amplias de holgura macroeconómica y los cambios en las expectativas de inflación a largo plazo generalmente contribuyen poco (véase el gráfico 2).

Estados Unidos es una excepción significativa. La contribución de la contracción macroeconómica general a la inflación sigue siendo mayor que en otras economías, pese al enfriamiento significativo del mercado laboral desde principios de 2023. La caída de la inflación general estadounidense desde febrero de 2023 refleja por igual el enfriamiento de la economía en general y la atenuación de la transmisión de shocks generales anteriores (véase el gráfico 3).

En definitiva, el aumento y la caída de la inflación reflejaron principalmente factores globales, pero también influyeron las circunstancias locales. Por ejemplo, observamos que las diferencias en las políticas locales de precios de la energía, incluidos los subsidios para personas y empresas, explican las diferencias en el papel de los shocks de los precios de la energía en el impulso de la inflación. Francia, por ejemplo, tuvo grandes medidas fiscales para contener los precios y una contribución relativamente pequeña de la energía a los shocks de inflación general.
La política monetaria también desempeñó un papel decisivo en la lucha contra la inflación. Durante todo este período, las expectativas de inflación a largo plazo se mantuvieron bien ancladas, lo que sugiere que los bancos centrales mantuvieron su credibilidad y que esto ayudó a evitar espirales de precios y salarios. El endurecimiento global de la política monetaria también puede haber ayudado a reducir la demanda global y, por ende, los precios de la energía. Al mismo tiempo, los shocks energéticos y su transmisión, así como su reversión, explican la mayor parte del aumento y la caída de la inflación, sin necesidad de una desaceleración económica profunda. Aun así, en el caso de Estados Unidos, las sólidas condiciones macroeconómicas han contribuido más importantemente a la inflación básica que en otros países. Desde marzo de 2024, cuando termina nuestra muestra, las condiciones del mercado laboral estadounidense se han moderado aún más, y esto debería ayudar a que la inflación vuelva a la meta.



Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del Departamento de Investigación del FMI, colaboró en este artículo, que se basa en “Entender el ascenso y la caída internacionales de la inflación desde 2020”, un documento de Dao, Gourinchas, Leigh y Mishra que se publicará próximamente en el Journal of Monetary Economics.
Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales son las de los autores y no reflejan necesariamente la política del FMI.
Publicado originalmente: https://www.imf.org/en/Publications/fandd/issues/2024/09/inflations-rise-and-fall-dao-leigh-mishra