Un número sin precedentes de fenómenos climáticos calamitosos (inundaciones y olas de calor, super tormentas, sequías e incendios forestales incontrolables, todos ellos relacionados con la actividad humana) están poniendo en peligro la vida de las personas, perturbando las economías y causando estragos en el mundo natural. La necesidad de tomar medidas climáticas nunca ha sido más apremiante, y los enfoques innovadores para financiar la mitigación de las emisiones de carbono y la adaptación al clima son fundamentales para abordar estos crecientes problemas. Es hora de pasar de meras promesas y compromisos a una implementación concreta, y los recursos deben asignarse de manera equitativa y generosa, poniendo a las personas y al planeta en primer lugar.
Un amplio acceso a la financiación climática es indispensable para una lucha eficaz contra la emergencia climática global. Los huracanes y las olas de calor no conocen fronteras. Pero hoy en día, el financiamiento climático global está aislado regionalmente y no está en sintonía con el alcance y las consecuencias de la crisis. Más del 75 por ciento del financiamiento climático global se gasta en los países donde se recauda. Como resultado, muchas regiones vulnerables (incluidas aquellas con un impacto insignificante en el calentamiento global) tienen un acceso limitado al financiamiento climático.
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IGCC diseña estrategia de resiliencia climática
Para estimular mejor la inversión en resiliencia climática en Australia y Nueva Zelanda, el Grupo de Inversores sobre Cambio Climático (IGCC) ha desarrollado su estrategia «Camino a la resiliencia».
La guía respaldará el trabajo del IGCC desde septiembre de 2023 hasta diciembre de 2025 para apoyar a los inversores, responsables políticos y empresas en Australia y Nueva Zelanda para impulsar desarrollos de adaptación centrados en el clima en toda la economía y mitigar los costos de los impactos físicos del cambio climático en las próximas décadas.
Los objetivos clave de la estrategia incluyen integrar el riesgo físico y la resiliencia en las actividades existentes relacionadas con el clima, desarrollar una comprensión compartida de los riesgos climáticos físicos entre las partes interesadas, abogar por políticas centradas en la adaptación invertibles y movilizar capital privado en medidas de resiliencia y adaptación.
IGCC ha esbozado cómo debería ser un buen desempeño en estos objetivos.
Por ejemplo, los inversores deben abogar de manera demostrable por políticas y objetivos que aumenten la resiliencia climática de las regiones de alto riesgo, incentiven la inversión en adaptación y resiliencia y apoyen las normas de divulgación.
Sembrando las semillas del cambio para resolver la crisis del agua
Resolver la crisis del agua es fundamental para nuestro futuro en un planeta habitable. Ya sea que se trate de demasiada, muy poca o demasiado contaminada, esta triple amenaza, exacerbada por el cambio climático, niega a miles de millones de personas un acceso confiable al agua potable y al saneamiento. Amenaza las economías, alimenta la migración y puede encender conflictos. Necesitamos una acción global para establecer la seguridad hídrica para un crecimiento verde, resiliente e inclusivo, y para abordar el nexo agua-clima-conflicto.
A pesar del progreso, estamos atrasados en el cumplimiento de los ODS relacionados con el agua, lo que tiene un efecto directo en el desarrollo general. Las tendencias actuales sugieren que, para 2030, 1.6 millones de personas carecerán de agua potable gestionada de forma segura, 2.8 millones de personas carecerán de saneamiento gestionado de forma segura y 1.9 millones de personas carecerán de instalaciones básicas de higiene de manos.
La respuesta para una mejor gestión del agua radica en las cuatro «I»: inversión, innovación, información e instituciones. El sector del agua necesita un aumento masivo de la financiación pública y privada para satisfacer la demanda. La innovación puede aumentar la eficiencia, reducir costos y reducir el desperdicio. La información, que comparte datos y conocimientos mundiales, ayuda a los gobiernos a mejorar la seguridad del agua y el saneamiento, al tiempo que apoya las asociaciones y la inversión específica. La reforma institucional puede mejorar el entorno propicio para la inversión, mejorar la eficiencia e impulsar las economías y la creación de empleo.
EL AGUA IMPORTA – Es hora de actuar en América Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe es la región más rica en agua, disfrutando de impresionantes glaciares, ríos y lagos. Estos recursos hídricos han permitido la producción de alimentos y la generación de electricidad limpia. Pero son frágiles frente a un clima cambiante y presiones crecientes. Para asegurar el agua ahora y en el futuro, los países deben continuar elevando el perfil político de la seguridad hídrica, colocándola en el centro de sus políticas de desarrollo.
Esto es clave para que la región pueda seguir disfrutando de este recurso vital para su gente, biodiversidad y economías. Como dijo Elía Gómez, tener riego para producir alimentos «le da [a la comunidad] el coraje de continuar y tal vez plantar otros productos … Con el riego todo se puede hacer». El agua mejora su situación económica y ayuda a sacarlos de la pobreza.