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APOYO A LOS PAÍSES EN UN CONTEXTO DE MÚLTIPLES CRISIS MUNDIALES


En la actualidad se observa un aumento de los conflictos violentos y el desplazamiento forzado. La guerra en Ucrania ha generado rápidamente la mayor crisis de refugiados de Europa observada desde la Segunda Guerra Mundial y ha tenido graves repercusiones mundiales en la seguridad alimentaria, los mercados de energía y los precios de los productos básicos. Esto, a su vez, empeora los impactos de la fragilidad y los conflictos en Afganistán, Etiopía, el Sahel, Yemen y otros lugares del mundo. Esto se produce en un momento en que los países aún intentan resolver los reveses sanitarios, económicos y sociales de la pandemia de COVID‑19, así como los riesgos a largo plazo que plantea el cambio climático.

La pandemia ha hecho aumentar la pobreza mundial por primera vez en más de 20 años. En muchos países, se han revertido los avances en los ámbitos de educación, salud, nutrición e igualdad de género, y las personas pobres y desfavorecidas quedan aún más rezagadas. Muchos de los países más pobres afrontan una elevada inflación, demasiada falta de empleo, inseguridad alimentaria y el alto costo de adaptarse a un clima cambiante. Y muchos de ellos no pueden acceder a los recursos que necesitan para superar las crisis y avanzar hacia la recuperación: alrededor del 60 % de los países de ingreso bajo atraviesan un sobreendeudamiento o corren un alto riesgo de sufrirlo. Para ayudar a los países a sortear estas crisis, el Banco Mundial proporciona datos y análisis, asesoramiento sobre políticas, asistencia técnica y financiamiento flexible para abordar las necesidades inmediatas y respaldar un proceso de recuperación y desarrollo verde, resiliente e inclusivo.

En abril de 2022, preparamos el documento World Bank Group Response to Global Impacts of the War in Ukraine (Respuesta del Grupo Banco Mundial a los impactos internacionales de la guerra en Ucrania), una hoja de ruta en la que se analizan los impactos regionales y mundiales de la guerra y se describen los parámetros generales de la labor analítica y el apoyo financiero que ofrecemos para ayudar a los países a enfrentar esta situación. A junio de 2022, hemos movilizado alrededor de USD 6800 millones en apoyo a Ucrania para ayudar a mitigar los impactos humanos y económicos generalizados de la guerra. Esto incluye un financiamiento de desembolso rápido para ayudar a que los servicios esenciales del Gobierno continúen funcionando y financiar la atención de la salud, las pensiones y los salarios de los empleados públicos. El monto corresponde a financiamiento propio, complementado con donaciones, garantías y financiamiento paralelo de nuestros asociados en la tarea del desarrollo.

De todos modos, los impactos de la guerra se sienten mucho más allá de los límites de Ucrania. Se han alterado los patrones mundiales de comercio, producción y consumo, lo que contribuyó a que los precios de los alimentos alcancen máximos históricos. Aprovechando la experiencia de la respuesta a la crisis del precio de los alimentos de 2008, estamos respaldando una respuesta mundial integral sobre seguridad alimentaria, que suma hasta USD 30 000 millones en proyectos nuevos y existentes en las áreas de agricultura, nutrición, protección social, abastecimiento de agua y riego. Seguimos comprometidos con el objetivo de ayudar a los países a acceder a los alimentos que necesitan en estos tiempos de crisis.

La guerra en Ucrania también ha tenido un impacto rápido en los precios de la energía. Los países deben incrementar el suministro de energía y garantizar un acceso confiable, procurando al mismo tiempo reducir su dependencia de los combustibles fósiles. En los últimos cinco años, comprometimos USD 8600 millones en inversiones en energía limpia y energía renovable, y proporcionamos o mejoramos conexiones eléctricas que beneficiaron a unos 80 millones de personas. Asimismo, estamos ayudando a los países en la transición hacia fuentes de energía más diversas y menos contaminantes, a fin de satisfacer la creciente demanda, respaldar el crecimiento económico y crear empleos. Con los impactos que ha tenido la COVID‑19 —y, ahora, la guerra— en los precios y en el suministro de energía, estos desafíos se han vuelto aún más urgentes.

Para 2030, hasta dos tercios de las personas que se encuentran en situación de pobreza extrema en todo el mundo vivirán en países afectados por fragilidad, conflicto y violencia (FCV). Los conflictos recientes y el aumento de la fragilidad ponen de relieve lo rápido que puede empeorar la situación, lo que generaría el desplazamiento de millones de personas y pondría en peligro los avances en materia de desarrollo. En el ejercicio de 2022, el Banco aprobó USD 16 300 millones en compromisos de la AIF-19 para países afectados por FCV; por medio de la AIF-20, aprobada en diciembre de 2021, se asignan más de USD 30 millones para estos países. Del mismo modo, estamos fortaleciendo nuestras alianzas con organizaciones humanitarias para que nos ayuden a intervenir de manera rápida y eficaz en situaciones de dificultad.

Estas crisis se entrecruzan con los riesgos a largo plazo que plantea el cambio en el clima y los agravan. Para 2030, este cambio podría empujar a hasta 132 millones de personas más a la pobreza extrema. Y para 2050 también podría causar el desplazamiento de más de 216 millones de personas dentro de los países en desarrollo. Seguimos intensificando nuestro apoyo: en el ejercicio de 2022, proporcionamos USD 26 200 millones a este grupo de países. El financiamiento para adaptación del Banco alcanzó un máximo histórico de USD 12 900 millones. En el marco de nuestro Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021-25, estamos presentando los nuevos informes nacionales para integrar nuestra labor sobre clima y desarrollo; estamos alineando todos nuestros flujos de financiamiento con el Acuerdo de París; estamos ampliando el financiamiento climático a un promedio anual del 35 %, y estamos priorizando los esfuerzos en los sectores de alto impacto, que representan el 90 % de las emisiones mundiales.

Centramos la atención en ayudar a los países a superar estas múltiples crisis simultáneas. Entre abril de 2020 y marzo de 2022, proporcionamos la mayor respuesta a una crisis de nuestra historia, comprometiendo más de USD 200 000 millones para combatir los extensos impactos de la pandemia, incluidos más de USD 73 000 millones en recursos de la AIF para los países más pobres. A través de la última reposición de los recursos de la AIF (AIF-20), también hemos movilizado USD 93 000 millones para atender las crecientes necesidades de los países más pobres hasta 2025.

Entre abril de 2022 y junio de 2023, el GBM proporcionará hasta USD 170 000 millones en financiamiento para responder a las crisis que afectan a los países de ingreso bajo y mediano. Mantenemos nuestro compromiso de ayudar a los países a seguir un proceso de recuperación y desarrollo verde, resiliente e inclusivo, de modo que puedan volver a avanzar de manera sostenible hacia la reducción de la pobreza y la promoción de la prosperidad compartida.



TIEMPO PARA CAMBIAR


Es hora de repensar la base y el marco de la política monetaria

En 2008, la reina Isabel II preguntó a los profesores de la London School of Economics (LSE) sobre la crisis financiera mundial: «¿Por qué nadie lo vio venir?» Si Carlos III siguiera los pasos de su madre, seguramente hoy haría una pregunta similar, pero sobre la alta inflación.

Esta pregunta es más convincente por dos razones. En primer lugar, antes del reciente aumento de la inflación a niveles no vistos en 40 años, muchos bancos centrales de las economías avanzadas estaban abrumadoramente preocupados por la baja inflación. En segundo lugar, sostuvieron con confianza que la inflación era transitoria y no lograron contenerla incluso cuando los precios subieron rápidamente. Los eventos desencadenantes, en particular la interrupción del comercio y la producción debido a la pandemia y la guerra en Ucrania, fueron eventos del lado de la oferta. Estos fueron considerados fuera del ámbito de la política monetaria. Pero el impacto de los eventos desencadenantes sobre la inflación varía según las condiciones financieras preexistentes, que a su vez están determinadas por la política monetaria. Los banqueros centrales, por lo tanto, no están completamente libres de culpa.

Al igual que cuando la reina planteó su pregunta a los profesores de la LSE, nuevamente es hora de que los académicos y los banqueros centrales hagan un profundo examen de conciencia sobre el marco de política monetaria vigente y, más fundamentalmente, su modelo intelectual de apoyo.

Miedo infundado

El temor convencional de que la deflación y las tasas de interés caigan al nivel más bajo posible (el llamado límite inferior cero) quedó bien expresado en un discurso de Jay Powell, presidente de la Reserva Federal, en la conferencia de Jackson Hole de agosto de 2020: “[S]i las expectativas de inflación caen por debajo de nuestro objetivo del 2 por ciento, las tasas de interés disminuirían en conjunto. A su vez, tendríamos menos margen para reducir las tasas de interés para impulsar el empleo durante una recesión económica, lo que disminuiría nuestra capacidad para estabilizar la economía mediante la reducción de las tasas de interés. Hemos visto cómo se desarrolla esta dinámica adversa en otras economías importantes de todo el mundo y hemos aprendido que una vez que se establece, puede ser muy difícil de superar. Queremos hacer lo que podamos para evitar que tal dinámica suceda aquí”.

Este es el quid del argumento desplegado por los bancos centrales para justificar una flexibilización monetaria agresiva en respuesta a la disminución de la inflación. Suena plausible, pero debe ser corroborado por hechos. Y las experiencias de las “otras grandes economías”, por las que Powell obviamente se refería a Japón, arrojan dudas sobre la validez de la narrativa.

De hecho, Japón alcanzó el límite inferior cero en las tasas de interés mucho antes que otras economías. Pero si esto hubiera sido una restricción seria en la política, la tasa de crecimiento de Japón debería haber sido más baja que la de sus pares del Grupo de los Siete (G7). Sin embargo, el crecimiento del PIB japonés por persona estuvo en línea con el promedio del G7 desde 2000 (más o menos cuando las tasas de interés del Banco de Japón llegaron a cero y el banco central comenzó una política monetaria no convencional) hasta 2012 (justo antes de que el balance del banco central comenzara a inflarse). El crecimiento del PIB de Japón por persona en edad laboral fue el más alto entre los G7 durante el mismo período.

El “gran experimento monetario” del Banco de Japón en los años posteriores a 2013, durante el cual el balance del banco central se expandió del 30 % al 120 % del PIB, es nuevamente revelador. En el frente de la inflación, el impacto fue modesto. Y en el frente del crecimiento, su efecto también fue modesto. Este fue el caso no solo en Japón sino también en muchos otros países que lo siguieron al adoptar políticas no convencionales después de 2008.

Esto no significa que la política monetaria no convencional nunca tenga ningún efecto. Puede volverse extremadamente potente, dependiendo del momento. Un ejemplo de ello es la orientación a futuro, la fuerte señal del banco central a los mercados sobre la trayectoria prevista de su tasa de interés de política para influir en las tasas de interés a largo plazo. Cuando la economía es débil, la orientación a futuro no es muy efectiva porque los participantes del mercado esperan que las tasas de interés se mantengan bajas de todos modos. Pero cuando la economía se ve afectada por un impacto inesperado en la demanda o la oferta, la orientación a futuro de tasas de interés bajas continuas puede volverse repentinamente demasiado expansiva e inflacionaria. Esto puede explicar en parte lo que estamos viendo ahora.

Ingenuidad política

La adopción generalizada de metas flexibles de inflación promedio, que explícitamente permitió que la inflación superara la meta, también contribuyó a que los bancos centrales no endurecieran antes la política. Cuando decidieron permitir el exceso, los banqueros centrales olvidaron la dificultad inherente de eliminar la ponchera monetaria, a pesar de que sus predecesores habían enfrentado dificultades similares muchos años antes. Solo hágase una pregunta: ¿Es posible en una sociedad democrática que los banqueros centrales no elegidos pidan al gobierno y a los legisladores que recorten los planes de gastos inflacionarios en los que fueron elegidos?

Quizás los banqueros centrales simplemente lo tuvieron demasiado fácil durante la “Gran Moderación”, los aproximadamente 20 años de crecimiento constante e inflación estable que comenzaron a mediados de la década de 1980. La narrativa predominante de una política monetaria exitosa llevada a cabo por bancos centrales independientes durante ese período puede deberse a la buena suerte y a circunstancias fortuitas. La economía mundial se benefició de factores favorables del lado de la oferta, como la entrada de economías en desarrollo y ex socialistas en la economía de mercado mundial, los rápidos avances en la tecnología de la información y un entorno geopolítico relativamente estable. Estos factores permitieron la coexistencia de una inflación baja y un crecimiento relativamente alto. El trabajo de los bancos centrales no requería mucho de un mandato político.

Después de experimentar esos tiempos de paz, cuando la independencia del banco central llegó a ser ampliamente aceptada, los bancos centrales comenzaron a implementar una política monetaria no convencional. Hubo una suposición un tanto ingenua de que la póliza podría revertirse fácilmente cuando fuera necesario. Desafortunadamente, el mundo ha cambiado. El entorno que fomentó los factores benignos del lado de la oferta está siendo atacado desde muchas direcciones: el aumento del riesgo geopolítico, el aumento del populismo y la pandemia han interrumpido las cadenas de suministro mundiales. Los bancos centrales ahora se enfrentan a una disyuntiva entre la inflación y el empleo, lo que hace que la reversión sea un gran desafío.

Repensar el marco

Mientras reflexionamos sobre por qué los banqueros centrales se perdieron la ola de inflación, debemos reconsiderar el modelo intelectual en el que nos hemos basado y actualizar nuestro marco de política monetaria en consecuencia. Destaco tres cuestiones que deben tenerse en cuenta.

Primero, debemos reevaluar si debemos seguir centrándonos en los peligros de la deflación y el límite inferior cero de las tasas de interés. Esto necesita una consideración urgente porque afecta el punto final del ciclo de ajuste actual. A medida que la inflación de EE. UU. muestra signos de pasar su punto máximo, algunos economistas ya están pidiendo un objetivo de inflación más alto y, por lo tanto, menos ajuste adicional para mantener un amplio margen de seguridad y no correr el riesgo de deflación.

Soy escéptico con este argumento. Incluso si hubiéramos entrado en la crisis financiera global con una meta de inflación más alta y espacio adicional para recortes de tasas de interés, la economía global no habría tomado un curso materialmente diferente. Estoy de acuerdo con Paul Volcker, el expresidente de la Reserva Federal al que se le atribuye haber puesto fin a la alta inflación estadounidense de la década de 1970 y principios de la de 1980: “la deflación es una amenaza planteada por un colapso crítico del sistema financiero”. Eso es exactamente lo que sucedió en la década de 1930 y no sucedió en 2008, aunque llegamos al límite. La diferencia clave fue que los esfuerzos para prevenir el colapso del sistema financiero fueron más efectivos en 2008.

El espacio adicional para recortes de tasas no ofrecería ningún consuelo si los desequilibrios financieros se manifestaran como burbujas de activos alimentadas por deuda y crisis financieras. En consecuencia, los bancos centrales no pueden estar atentos únicamente a la evolución macroeconómica, como la inflación y la brecha del producto. También deben prestar atención a lo que sucede en las instituciones financieras y los mercados financieros.

En segundo lugar, debemos reflexionar sobre por qué los bancos centrales se vieron obligados a una relajación monetaria prolongada y cuáles fueron las consecuencias. Un ejemplo de ello es Japón, donde el estancamiento del crecimiento debido a factores estructurales (en particular, una población que envejece y se reduce rápidamente) se malinterpretó como una debilidad cíclica. Esto resultó en décadas de relajación monetaria. Esto no es lo mismo que decir que una caída en la tasa de interés es una respuesta a una caída en la tasa natural de interés. Más bien, la política monetaria se convirtió en una solución rápida para los problemas estructurales que requerían una reforma más radical.

Por extraño que parezca, los debates sobre la política monetaria a menudo suponen que la flexibilización y la contracción monetaria se producen alternativamente en un espacio de tiempo relativamente corto. Si esto fuera así, se justificaría la visión tradicional de que la flexibilización monetaria afecta solo al lado de la demanda. Pero si la flexibilización monetaria tiene lugar durante un período más largo de, digamos, 10 años o más, entonces los efectos adversos sobre el crecimiento de la productividad a través de la mala asignación de recursos se vuelven graves. La política monetaria no debe guiarse por consideraciones del lado de la oferta, pero tampoco debe ignorarlas.

Diferencias nacionales

Finalmente, debemos prestar atención a las diferencias nacionales en la forma en que cada país diseña su marco de política monetaria. Diferentes prácticas de empleo, por ejemplo, generan diferentes dinámicas salariales y, en realidad, diferentes dinámicas de inflación. En Japón, la inflación al consumidor se está acelerando, pero a un ritmo mucho más lento que en otras economías avanzadas. Esto se debe principalmente a la práctica única del “empleo a largo plazo”: los trabajadores japoneses, especialmente en las grandes empresas, están protegidos por un contrato implícito bajo el cual los jefes tratan de evitar los despidos a toda costa. Esto los hace cautelosos a la hora de ofrecer aumentos salariales permanentes, a menos que realmente tengan confianza en el crecimiento futuro. Se traduce en una menor inflación.

Incluso en una economía globalizada, las diferencias en el contrato social o en la estructura económica importan. Esto socava el caso de una estrategia de metas de inflación de un solo número para todos. Debemos recordar por qué no podemos encontrar una buena alternativa al sistema de tipos de cambio flexibles: los países tienen diferentes preferencias macroeconómicas, y las diferencias resultantes entre países se reflejan en la subida y bajada de sus monedas. El ancla de una moneda (si es que alguna vez existe) puede establecerse solo a través de un compromiso firme por parte del banco central de contener la inflación mediante restricciones monetarias y de ser el prestamista de último recurso, no mediante el simple hecho de establecer una meta de inflación.

La meta de inflación en sí misma fue una innovación que surgió en respuesta a la severa estanflación de la década de 1970 y principios de la de 1980. No hay razón para creer que está grabado en piedra. Ahora que conocemos sus limitaciones, ha llegado el momento de reconsiderar la base intelectual en la que nos hemos basado durante los últimos 30 años y renovar nuestro marco de política monetaria.



Prioridades políticas para el G20 – Una Tierra, una Familia, un Futuro


Se insta a los responsables políticos a apoyar a las personas y economías vulnerables, proteger el planeta y aprovechar el progreso digital para todos

En un momento de mayores incertidumbres para la economía mundial, la India El buen rendimiento sigue siendo un punto brillante. Por lo tanto, es apropiado que el Grupo de Veinte ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales se reunirán en Bangalore esta semana.

Este será otro año desafiante. Pero podría representar un giro punto: con la inflación disminuyendo y el crecimiento tocando fondo. De hecho, si bien nuestras últimas proyecciones muestran que el crecimiento mundial se desacelerará a 2,9% este año, anticipamos una modesta repuntar al 3,1 por ciento en 2024.

Mire detrás de los números principales y vemos mercados emergentes y en desarrollo economías que proporcionan gran parte del impulso. Esperamos que rindan cuentas alrededor de cuatro quintas partes del crecimiento mundial este año, y se espera que solo India contribuyen con más del 15 por ciento.

Pero más allá de su papel como motor de crecimiento global, India está en una posición única para unir a los países.

En un mundo que enfrenta múltiples desafíos y crecientes tensiones geopolíticas, Este liderazgo es crítico, y bellamente capturado en el tema de La presidencia del G20 de la India: Una Tierra, Una Familia, Un Futuro.

Permítanme compartir mi punto de vista de lo que este espíritu de «uno» representa para formuladores de políticas y para todos nosotros como comunidad global.

Primero, una familia significa solidaridad y protección de los vulnerables.

La realidad es que el crecimiento sigue siendo mediocre y las presiones sobre los precios siguen siendo demasiado alto. Y, después de tres años de shocks, demasiadas economías y personas todavía están sufriendo mucho.

En todo el mundo, muchos hogares luchan por llegar a fin de mes debido al alto costo de vida. Millones de personas no pueden permitirse el combustible para calentarse o cocinar. Las crisis sucesivas han aumentado la pobreza, poniendo en peligro décadas de progreso. Y, a pesar de cierta disminución en los precios de los alimentos, un récord de 349 millones Las personas en 79 países se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda.

Apoyar a los vulnerables es vital en todos los países.

Las medidas fiscales deben ser temporales y centrarse en proteger a los que son los más necesitados, siempre buenas prácticas, pero aún más importantes como Los países lidian con recursos cada vez más limitados y una deuda más alta. En la mayoría de los países, las medidas específicas deben ir acompañadas de medidas graduales. Ajuste fiscal para reconstruir los amortiguadores y garantizar la sostenibilidad de la deuda.

Mientras tanto, es imperativo volver a situar la inflación en la meta. Para llegar allí, los responsables de las políticas deben mantener el rumbo en ajuste monetario. Alinear las políticas fiscales y monetarias ayudará. Claro La comunicación de estos objetivos políticos es vital para evitar un cambio repentino de precios en mercados financieros.

Si bien el ciclo de endurecimiento mundial es necesario para garantizar la estabilidad de precios, Los responsables de la formulación de políticas deben ser conscientes de los efectos de contagio adversos para los países emergentes y economías en desarrollo, incluso a través de un dólar estadounidense y un capital más fuertes Salidas. Si bien las condiciones financieras han mejorado desde la última reunión del G20, Proporcionando un alivio modesto, hemos visto cómo los costos de endeudamiento más altos exacerbar la vulnerabilidad de las economías con una pesada carga de la deuda externa.

Alrededor del 15% de los países de bajo ingreso están en situación de sobreendeudamiento y de una El 45 por ciento adicional está en alto riesgo de sobreendeudamiento. Y entre los emergentes Las economías, alrededor del 25 por ciento, están en alto riesgo y enfrentan «incumplimientos» diferenciales de endeudamiento.

Aquí, solidaridad significa mejores mecanismos para reestructurar deuda. Bajo el Marco Común del G20, Chad llegó a un acuerdo con sus acreedores a finales del año pasado, y Zambia y Ghana son avanzando hacia la resolución de la deuda. Pero las reglas básicas deben ser aclarado y los procesos más eficientes y efectivos.

Para acelerar los esfuerzos de reestructuración de la deuda, el FMI, el Banco Mundial y la India La presidencia del G20 está convocando una nueva Mesa Redonda Global sobre la Deuda Soberana. Esta semana en Bangalore, nos reuniremos en persona por primera vez y allanaremos el camino para los acreedores, tanto públicos como privados, y los países deudores a trabajar juntos, evaluar las deficiencias existentes y las mejores formas de abordarlas.

En este mundo más propenso a las perturbaciones, algunas economías emergentes y en desarrollo también requieren apoyo financiero adicional. Por lo tanto, un global bien dotado de recursos la red de seguridad financiera, con el FMI en su centro, es más importante que alguna vez.

Piensen en cómo el FMI ha dado un paso adelante para apoyar a nuestra familia de naciones desde el comienzo de la pandemia. Más de $272 mil millones para 94 países, de los cuales alrededor de $ 34 mil millones se desembolsaron rápidamente Financiamiento de emergencia. La asignación histórica de DEG de $650 <> millones para impulsar las reservas de nuestros miembros. Y una nueva ventana para las crisis alimentarias proporciona un acceso rápido a los recursos para los países más afectados por los alimentos. crisis de seguridad.

Ahora, se necesita más solidaridad para ser uno con los miembros vulnerables y de bajos ingresos de nuestra familia para garantizar que aún puedan acceder al financiamiento concesionario del FMI en tiempos de dificultades y protegerse contra crisis futuras. Otros con la fuerza y la capacidad para hacerlo necesitan estar de pie y ayudar a abordar los déficits de recaudación de fondos, especialmente en los recursos de subsidios en el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza, y aportar contribuciones adicionales al nuevo Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad. Esto también significa determinación para avanzar en el 16° General Revisión de las cuotas para que podamos completarla antes de fin de año.

En segundo lugar, una tierra significa proteger nuestro planeta, nuestro hogar.

Somos testigos de los efectos cada vez más severos y generalizados del clima cambio: una amenaza existencial para la humanidad que solo podemos combatir como un colectivo. Debemos unirnos como una sola familia en defensa de nuestra tierra.

Nuestro objetivo colectivo de cumplir con el Acuerdo de París e impulsar La resiliencia requerirá políticas que puedan ayudar a redirigir billones de dólares para proyectos verdes. Considere una regulación más inteligente, señales de precios y subsidios bien focalizados que incentiven la inversión baja en carbono o innovaciones financieras que movilizan más capital privado.

En este sentido, el asesoramiento y el apoyo financiero del FMI están trabajando en conjunto con Mitigar los riesgos masivos relacionados con el clima para los aspectos económicos y financieros estabilidad. La primera ola de países piloto que acceden al Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad demuestra cómo estamos ayudando Los países vulnerables establecen las políticas adecuadas y crean un entorno propicio para inversiones respetuosas con el clima. Junto a esto, estamos Coordinación con otros, incluidos los bancos multilaterales de desarrollo y el sector privado, que tiene un papel clave que desempeñar en la reducción de los riesgos de inversión.

Sin duda, hay signos de progreso, a medida que las principales economías realinean sus marcos fiscales para acelerar la transición verde. Pero las políticas deben Manténgase enfocado en esa transición, en lugar de proporcionar una ventaja para las empresas nacionales. «Subvenciones verdes» para tecnologías en fase inicial Puede ser útil: mire cómo redujeron el precio global de la energía solar. Sin embargo, deben diseñarse cuidadosamente para evitar gastos innecesarios o las tensiones comerciales, y para asegurarse de que la tecnología se comparte con el mundo en desarrollo.

En otras palabras, no debemos caer en el proteccionismo. Esto lo haría aún más difícil para los países más pobres acceder a las nuevas tecnologías y Apoyar la transición verde.

La salud de nuestra tierra es esencial para nuestro futuro. Pero no es el único ingrediente.

Un futuro significa garantizar que todos puedan prosperar.

En una era de transformación tecnológica, ¿cómo los responsables de la formulación de políticas gestionan la El potencial del progreso digital puede ser fundamental para una vida justa e inclusiva futuro. Piense en los ingresos y las ganancias de cumplimiento de los impuestos digitales administración; Mayor transparencia a través de la contratación en línea que ayuda luchar contra la corrupción; y la rendición de cuentas de las finanzas públicas digitales sistemas de gestión que pueden fortalecer el contrato social.

La interfaz de pagos unificados de la India es un excelente ejemplo de tecnología que impulsa la inclusión financiera. Último Solo un mes, esta capa de la infraestructura pública digital de la India procesó más de 8 mil millones de transacciones. Y ese sistema permite que 400 millones de personas entren áreas rurales para participar con teléfonos celulares heredados de «botón pulsador».

Esto es solo el comienzo. La mayoría de los países miembros del FMI ahora están evaluando activamente las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC) que podrían aportar beneficios sustanciales, como una mayor capacidad de recuperación. pagos en países propensos a desastres y una mayor inclusión financiera. India ha llevado a cabo una evaluación en profundidad de las CBDC, que podría informar estudios similares en otros lugares, acelerando Progreso digital en todo el mundo.

Sin embargo, cualquier nueva tecnología financiera también conlleva riesgos.

El reciente colapso de algunos intercambios criptográficos prominentes se ha intensificado preocupaciones sobre la integridad del mercado y la protección del usuario. Por eso necesitamos las políticas correctas, por ejemplo, para fortalecer la regulación financiera y Desarrollar estándares globales que puedan aplicarse uniformemente a través de las fronteras. El trabajo del FMI sobre criptoactivos se centra particularmente en las políticas macro financieras.

La idea de maximizar las ventajas y evitar errores se encuentra en el corazón de la labor de fortalecimiento de las capacidades del FMI. Nuestro objetivo es ser una línea de transmisión de mejores prácticas a través de toda nuestra membresía.

Este espíritu de «uno» debe guiarnos a medida que avanzamos.

Para lograr los objetivos de «Una Tierra, Una Familia, Un Futuro», necesitan encontrar un terreno común incluso cuando las tensiones geopolíticas están aumentando. Y nosotros Necesidad de mantenerse alejado de las políticas de suma cero que solo dejarían el mundo más pobres y menos seguros.

Como dijo una vez el premio Nobel indio Rabindranath Tagore: » No se puede cruzar el mar simplemente parándose y mirando el agua «.

Para los responsables políticos del G20, esto significa tener el coraje de tomar la decisión correcta. acciones, dirigiendo el barco en el que todos estamos a puerto seguro.



Necesitamos datos de desastres para salvar vidas y guiar la recuperación


Me han horrorizado las noticias e imágenes desgarradoras provenientes de Turquía y la República Árabe Siria después de que los terremotos más mortíferos del siglo dejaran decenas de miles de heridos y muertos.

Estos terribles terremotos han sido particularmente devastadores dada la magnitud de la destrucción que dejaron a su paso.  Pero, desafortunadamente, catástrofes como estas están lejos de ser raras. Durante la última década, los desastres naturales han provocado la muerte de casi medio millón de personas en todo el mundo.

Si bien es posible que no podamos prevenir muchos de estos desastres en los próximos años. podemos mitigar su impacto salvando vidas y haciendo que los esfuerzos de recuperación sean más eficaces. Y para eso, necesitamos datos oportunos y eficaces en función de los costos con altos niveles de granularidad.

A continuación, se presentan tres maneras en que podemos garantizar que tales datos de desastres estén disponibles en situaciones de crisis:

  1. Necesitamos enfocarnos tanto en los fundamentos como en la frontera

Los datos de los gobiernos, como los datos de censos, encuestas, registro civil y sistemas administrativos, continúan brindando la base para estadísticas críticas relacionadas con desastres. Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías y fuentes de datos producidas por entidades privadas, como el uso de teléfonos móviles, la actividad en las redes sociales, las consultas en línea, las plataformas de crowdsourcing y las tecnologías de detección remota, pueden ayudarnos a ahorrar tiempo, aumentar la exactitud y mejorar la precisión, que son de suma importancia en situaciones de emergencia.

Para crear sistemas eficaces de reducción de desastres basados en datos, debemos reconvertir los datos privados y combinarlos con los datos públicos para responder mejor a las emergencias.

Hemos visto que tales esfuerzos han tenido éxito en el pasado. Por ejemplo, después del terremoto de 2014 en Napa, California, la semántica relacionada con el desastre fue extraída de Twitter mediante un algoritmo de aprendizaje automático y se combinó con datos de geolocalización para evaluar con rapidez la escala y el impacto del desastre. De manera similar, los datos de ubicación móvil proporcionados por una empresa privada se han usado para comprender los patrones de movimiento de la población y las tendencias de recuperación después de desastres históricos en la Ciudad de México y Mumbai.

Solo estamos rascando la superficie de lo que es posible a través de la integración de diferentes tipos de datos, pero los impresionantes resultados obtenidos hasta ahora nos obligan a continuar con estas exploraciones.

  1. Debemos invertir en nuestra «disponibilidad de datos» colectiva

La combinación de fuentes de datos innovadoras, plataformas en la nube y el procesamiento rápido y eficiente que posibilitan estas tecnologías permiten a los formuladores de políticas locales, nacionales e internacionales comprender el alcance y la escala de los desastres, estimar la cantidad de personas afectadas y entender la situación en cualquier parte del mundo a partir de datos confiables y objetivos de terceros en cuestión de minutos u horas.  Esto es crucial en situaciones de crisis donde cada segundo cuenta.

El verano pasado, se le pidió al Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo del Banco Mundial que realizara una evaluación rápida de daños por satélite de las inundaciones en Assam y Meghalaya, India, mientras las inundaciones aún continuaban. Usando datos de radar de apertura sintética y algún procesamiento en la nube basado en un código que pusimos a disposición del público, pudimos cuantificar la escala del área afectada y la cantidad de personas afectadas en menos de dos horas para ayudar a guiar una acción rápida y adecuada.

Gran parte de esto comienza con la inversión en lo que llamo «preparación de datos», es decir, sistemas de recopilación y difusión de datos, gobernanza de datos, uso y alfabetización de datos, y la preparación de información fundamental antes de que ocurra un desastre. Para habilitar la preparación de datos de manera más amplia, necesitamos formar nuevas colaboraciones para la innovación, así como unir fuerzas para invertir en la capacidad de datos y los sistemas de datos de los países para que puedan anticipar y responder mejor a los desastres.

  1. Nuestros esfuerzos en torno a los datos sobre desastres deben basarse en el valor, la equidad y la confianza

A medida que exploramos cómo podemos usar estas nuevas fuentes de datos a través de asociaciones colectivas para mitigar los desastres y proteger a los más vulnerables entre nosotros, debemos ser muy conscientes de la necesidad de una gobernanza de datos sólida y salvaguardas contra el uso indebido de datos.

Crear sistemas de reducción de desastres basados en datos que funcionen bien solo es posible cuando los países pueden usar y volver a usar datos públicos y privados, y aprovechar las sinergias entre ellos para crear más valor. También debemos asegurarnos de que todas las personas y todos los países puedan beneficiarse por igual de los datos.  Igualmente, fundamental es crear confianza en la integridad del sistema de datos manteniéndose alerta frente a posibles daños, incluidos los delitos cibernéticos y la discriminación.

Fundamentalmente, debemos trabajar en pos de lo que el Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor llama un «nuevo contrato social sobre datos», guiado por los principios de valor, equidad y confianza.

A medida que el calentamiento del clima aumenta la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, debemos estar mejor preparados que nunca para salvar vidas y medios de subsistencia, especialmente en los países de ingreso bajo. Un desafío tan extraordinario requiere una respuesta extraordinaria y colectiva.  Y con los datos correctos, podemos hacerlo bien.



EN DEFENSA DE LA GLOBALIZACIÓN


La historia sugiere que el camino para controlar la inflación es a través de más comercio internacional, no menos.

El aumento de la inflación actual surge de la interacción de las interrupciones de la cadena de suministro con los grandes déficits fiscales. La pandemia, seguida de la invasión rusa de Ucrania, alteró las cadenas de suministro y produjo escasez. Los países industriales ricos respondieron a la escasez, las desigualdades y la tensión social con grandes paquetes fiscales. En la espiral subsiguiente, el aumento del gasto condujo a una mayor demanda, lo que condujo a más déficit. Otra espiral viciosa puede seguir. El aumento de los precios de los alimentos y los combustibles podría provocar descontento, protestas e incluso revoluciones y rupturas gubernamentales en todo el mundo.

Puede parecer que la espiral inflacionaria presagia un mundo bastante diferente, dividido en bloques que compiten entre sí y que persiguen costosas estrategias de «acogida de amigos» para dirigir el comercio a países y regímenes amigos mientras intentan trabar a los rivales. Los grandes estados reconsideran los beneficios de la globalización e intentan proteger lo que consideran recursos vitales o estratégicos. Esto se suma a una receta para congelar el crecimiento económico mundial.

patrón histórico

Por mucho que la globalización haya sido atacada últimamente, la historia sugiere que puede ser el objetivo equivocado para renovar la política y que la globalización ofrece un antídoto contra las espirales inflacionarias. Las crisis del hambre de mediados del siglo XIX y las crisis del petróleo de la década de 1970 encendieron al principio rondas explosivas de inflación mundial. En ambos casos, las nuevas tecnologías alteraron drásticamente los sistemas de suministro global, ampliando la globalización y dando lugar a largos períodos de desinflación. Por lo tanto, la inflación desenfrenada eventualmente llevó al mundo a una mayor globalización en lugar de una menor, con amplios beneficios.

Es probable que las mismas fuerzas entren en juego hoy. El entorno de precios benigno de principios del siglo XXI surgió de una mejor política del banco central, pero también reflejó la apertura de los mercados laborales y de bienes mundiales. Un mercado laboral global presionó los salarios a la baja en los países ricos, y los países más pobres querían estabilidad monetaria para poder acceder a los mercados globales sin interrupciones.

Los formuladores de políticas y los académicos identificaron la relación entre la globalización y la transición a una inflación baja en todo el mundo, primero en los países industriales ricos, luego en los mercados emergentes asiáticos y, en última instancia, incluso en América Latina, donde la inflación había sido una forma de vida. En 2005, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, argumentó que la globalización y la innovación eran “elementos esenciales de cualquier paradigma capaz de explicar los acontecimientos de los últimos 10 años”, o lo que se denominó la Gran Moderación. Todavía en 2021, el actual presidente de la Fed, Jay Powell, se refirió a “fuerzas desinflacionarias sostenidas, incluida la tecnología, la globalización y quizás factores demográficos”.

Existe un patrón histórico de globalización que impulsa la desinflación. Lo que generalmente se considera como la primera era de la globalización moderna comenzó a mediados del siglo XIX con las crisis del hambre. Fue interrumpida por la Primera Guerra Mundial, seguida por la Gran Depresión. Eventualmente, un nuevo estilo de globalización despegó en la década de 1970. Ambos puntos de inflexión, en las décadas de 1840 y 1850 y en la década de 1970, comenzaron con escasez y aumentos inflacionarios.

Tecnologías transformacionales

En ambos casos, los avances tecnológicos en el transporte impulsaron una globalización innovadora. Fue la máquina de vapor la que abrió continentes con ferrocarriles y océanos con barcos de vapor. Después de la década de 1970, el contenedor de envío redujo drásticamente el costo del transporte de mercancías. Los inventos reales ocurrieron sustancialmente antes. Matthew Boulton y James Watt estaban construyendo máquinas de vapor operativas en la década de 1770, y el primer barco portacontenedores se botó en 1931.

Fue necesario un impacto dramático en cada caso para convertir ideas intrigantes en tecnologías transformadoras: las crisis de hambre de mediados del siglo XIX y luego el aumento del precio del petróleo en la década de 1970. Fue la disrupción causada por los grandes aumentos de precios lo que creó las circunstancias para darse cuenta del poder transformador de las innovaciones. La gran recompensa vino solo a través de condiciones de escasez.

La adopción generalizada de la innovación dependía de opciones de política, empezando por la eliminación de los impedimentos al comercio. Las revoluciones en el gobierno significaron que las autoridades públicas asumieron muchas más tareas relacionadas con la gestión de la economía, incluida la orientación del curso de la liberalización del comercio y la redacción de leyes que revolucionaron el curso de las empresas. En el siglo XIX, los negocios se remodelaron a través de nuevas formas corporativas, incluida la sociedad anónima de responsabilidad limitada y los bancos universales que movilizaron capital de formas innovadoras. La combinación de nuevos suministros de oro y la innovación bancaria produjo aumentos monetarios y de precios.

La estabilidad de precios y el orden monetario regresaron y generaron un consenso en torno a un marco monetario estable y aplicable internacionalmente, ya que los países buscaban un mecanismo que les permitiera atraer flujos de capital o globalizarse aún más. En el siglo XIX, ese era el patrón oro. A finales del siglo XX, era un objetivo de inflación moderno por parte de los bancos centrales. La nueva visión que siguió implicó la estabilización monetaria y un nuevo enfoque del gobierno en las tareas centrales.

¿Es realista esperar una repetición de la misma dinámica hoy? Históricamente, la respuesta inicial a una volatilidad amenazante es correr en la dirección opuesta y buscar una mayor autosuficiencia. Ese curso, sin embargo, rara vez tiene éxito. Aumenta los costos y alimenta la inflación. Hace que las soluciones atractivas sean más difíciles de implementar. Especialmente las preguntas de diseño institucional—cómo redactar una nueva legislación corporativa, administrar la contratación pública, operar nuevos sistemas financieros—no tienen respuestas fáciles. Las tecnologías de punta requieren un aprendizaje sustancial, donde la experiencia de otros países es invaluable.

consecuencias políticas

En medio de las transiciones anteriores, pocas personas se sentían cómodas. Había inestabilidad. A mediados del siglo XIX, los gobiernos fueron derrocados en todo el mundo y no era inmediatamente obvio que los sucesores fueran mejores, más competentes o más efectivos. Necesitaban aprender. En la década de 1970, existía una duda generalizada y corrosiva sobre la viabilidad de la democracia. El mundo pasó por la contemplación de múltiples crisis igualmente complejas como las de hoy. Pero había una salida. Las sociedades, los votantes y, en consecuencia, también los líderes políticos comienzan a hacer comparaciones con ajustes y experimentos en otros lugares. A mediados del siglo XIX y también en la década de 1970, pronto quedó claro que los gobiernos que no se abrían al mundo funcionaban peor.

Ya hay señales del proceso de aprendizaje de hoy. El Reino Unido, por casualidad de su sistema político, inició un proceso de desconexión política, regulatoria y económica en 2016 con la votación del Brexit. Para 2022, los costos eran mucho más evidentes y la alternativa radical de tratar de impulsar el crecimiento independiente fracasó estrepitosamente en el breve gobierno de la primera ministra Liz Truss. El Reino Unido se convirtió en un ejemplo de lo que no se debe hacer. Los movimientos populistas antiglobalización en toda Europa que inicialmente se sintieron atraídos por el encanto de una postura anti-UE se retiraron rápidamente.

Hoy hay crecientes protestas contra las autocracias y las democracias por igual. Un tema común es el descontento con las formas existentes de gestionar las pandemias, las guerras e incluso la tecnología de la información.

Al mismo tiempo, podemos ver las nuevas tecnologías que producirán un mejor crecimiento y una capacidad superior para abordar la amplia gama de problemas contemporáneos: salud, política energética, clima e incluso seguridad. Todos ellos requieren acción y coordinación transfronteriza. Los equivalentes a la máquina de vapor o al portacontenedores son avances científicos que ya existen. La vacuna de ARN mensajero, por ejemplo, ha estado en lento desarrollo desde la década de 1990, principalmente como respuesta a enfermedades tropicales raras. Luego su uso contra la COVID proporcionó un modelo, y ahora le siguen aplicaciones para el tratamiento de otras enfermedades, principalmente cánceres.

La ley de reducción de la inflación ‘real’

Del mismo modo, las posibilidades técnicas de la medicina o la educación a distancia ya existían mucho antes de la pandemia. Bajo la presión de la necesidad, su aplicación rápidamente se convirtió en un lugar común y desencadenó una revolución que podría generar un acceso más amplio y económico. El trabajo a distancia, también a través de fronteras políticas, es el equivalente a las revoluciones de las comunicaciones del pasado. La aplicación de la tecnología de la información significa que podemos comunicarnos más mientras nos movemos menos físicamente.

Una globalización inicial centrada en torno a la Revolución Industrial vio el intercambio de productos manufacturados de unos pocos países por productos básicos de muchos en el resto del mundo. La década de 1970 creó la globalización a través de cadenas de suministro cada vez más complejas. Las crisis actuales están generando un tipo diferente de globalización, moldeada por los flujos de información. Habrá marcados contrastes en la competencia con la que las sociedades responden a la nueva revolución de los datos. La dinámica de globalización actual tiene el potencial de crear una revolución en la optimización de sistemas, haciendo que el resultado de cambios técnicos previos sea más económico y accesible. En ese sentido, es la globalización la que constituye la verdadera Ley de Reducción de la Inflación.



El aluminio competitivo en costos y bajo en carbono es clave para la transición energética


El aluminio es fundamental para la transición energética, alimentando muchas tecnologías bajas en carbono, como turbinas eólicas, baterías, electrolizadores para hidrógeno renovable. almacenamiento de carbono para hidrógeno bajo en carbono, cables de transmisión y plantas hidroeléctricas.

También es esencial para las tecnologías solares fotovoltaicas (PV). Tal como está la tecnología ahora, no hay, y habrá energía solar sin aluminio, que representa más del 85 por ciento de la mayoría de los componentes solares fotovoltaicos en la actualidad.

Con el número de energía solar fotovoltaica que aumentará para cumplir con los objetivos climáticos, también lo hará la demanda de aluminio. El Banco Mundial estima que la demanda de aluminio se duplicará con creces en un escenario climático de 2 grados. Algunas estimaciones sitúan la demanda de energía solar fotovoltaica en 2050 en más de un tercio de los niveles actuales.

El aluminio se enfrenta a un problema de competitividad y alto carbono

La industria del aluminio cuenta con muchos productores, incluidas muchas refinerías y fundiciones establecidas. Australia solo participa en la etapa de refinación, mientras que Canadá, India y Noruega participan principalmente en la etapa de fundición. Países como Brasil y China están presentes a lo largo de toda la cadena de valor. Otros, como Guinea, están involucrados en la extracción de bauxita y la refinación de alúmina.

Pero durante la última década, los precios mundiales relativamente bajos y la intensa competencia han llevado al cierre y la paralización de gran parte de la capacidad de producción en muchos países. Al mismo tiempo, el desarrollo de una nueva capacidad de producción de aluminio ha sido un desafío debido a los altos costos de capital, energía e insumos.

Añádase a esto un mercado incierto con precios volátiles. En marzo de 2022, los precios del aluminio alcanzaron un máximo histórico debido a la guerra entre Ucrania y Rusia, lo que llevó a un exceso de existencias por parte de muchos compradores. Si bien los precios han disminuido desde entonces, la especulación sobre los precios futuros y las acciones permanece.

La producción de aluminio también tiene una gran huella de emisiones de carbono, generando emisiones a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la minería de bauxita hasta la refinación y fundición de aluminio. El Banco Mundial estima que, bajo el escenario de 2 grados de la Agencia Internacional de Energía, las emisiones totales de aluminio para energía solar fotovoltaica podrían ser de hasta 840 MtCO2e, más que las emisiones totales de Alemania.

¿Cómo apoyar un suministro estable de aluminio competitivo en costos y bajas emisiones?

Un nuevo informe de Climate-Smart Mining (CSM) del Banco Mundial, Competitiveness of Global Aluminium Supply Chains Under Carbon Pricing Scenarios for Solar PV, examina la competitividad del aluminio en el contexto de los precios potenciales del carbono.

Una conclusión clave es que la descarbonización en toda la cadena de suministro de aluminio es esencial para mantener la competitividad y diversificar el suministro. Descarbonizar toda la cadena de valor del aluminio, más allá de la electricidad utilizada para producir el metal, es fundamental para reducir las emisiones en la mayor medida posible, y garantizar que los productores, incluso en los países de ingresos bajos y medianos, puedan competir en un mundo cada vez más limitado por el carbono.

La buena noticia es que existen varias opciones para promover la descarbonización en toda la cadena de valor del aluminio, incluido el uso de más electricidad generada por energías renovables para alimentar las fundiciones y/o el uso de ánodos libres de carbono. Sin embargo, se necesita más inversión e investigación y desarrollo, especialmente en tecnología no relacionada con la electricidad para descarbonizar toda la cadena de valor del aluminio y, en el proceso, garantizar que los productores sigan siendo competitivos.

Otra opción es el reciclaje. El aluminio es uno de los elementos más reciclados, con el potencial de reciclabilidad casi infinita. Entre el 42 y el 70 por ciento del aluminio se recicla al final de su vida útil, con tasas tan altas como el 90 por ciento en algunos países. El uso de aluminio reciclado reduce la huella de carbono del material hasta 20 veces. Sin embargo, el contenido reciclado de los nuevos productos de aluminio se ha estimado en solo del 34 al 36 por ciento. Encontrar formas de aumentar el suministro de aluminio reciclado, aumentando la recolección de chatarra y fomentando la circularidad es esencial para descarbonizar el sector del aluminio y proporcionar material competitivo y de bajas emisiones para la transición energética.

La fijación del precio del carbono no es suficiente

Nuestra investigación muestra qué, si bien la fijación del precio del carbono puede desempeñar un papel importante en la descarbonización del sector del aluminio, se debe lograr un equilibrio para garantizar la capacidad suficiente para satisfacer la demanda impulsada por la transición energética.

Cuando se aplican los precios del carbono, nuestro modelo muestra que las oportunidades para las fundiciones de aluminio nuevas y existentes son limitadas. Esto significa que la producción estará restringida a países productores existentes como China e India o que el precio del aluminio tendrá que subir por encima de los niveles históricos para justificar las inversiones en nuevas fundiciones en nuevos países. En ambos escenarios, esto resultará en mayores costos de producción de tecnologías bajas en carbono, como paneles solares fotovoltaicos, vehículos eléctricos y líneas de transmisión.

La importancia del aluminio para la transición baja en carbono, los desafíos de competitividad que enfrentan muchos productores, la volatilidad de su mercado y sus emisiones potencialmente altas de gases de efecto invernadero justifican una mayor investigación sobre el metal, su posición competitiva (especialmente en el contexto de la política climática, como los impuestos al carbono) y opciones alternativas de descarbonización. Nuestra esperanza es que nuestra investigación inicie discusiones entre socios para liberar más oportunidades de aluminio verde para la transición energética.



Declaración sobre la regla final sobre la extensión de las horas de presentación del formulario 144 EDGAR y la celebración del 30.º aniversario del sistema EDGAR


Comisionado Mark T. Uyeda

La Comisión adoptó enmiendas a la Regulación ST para extender la fecha límite, de 5:30 pm a 10:00 pm Hora del Este, para cuando se considere presentado un Formulario 144 en la fecha de presentación. Esta extensión es un cambio sensato que alivia el estrés y la carga de los vendedores (y sus corredores, asesores y otros profesionales), quienes deben presentar el Formulario 144 el mismo día que realizan su orden de venta de acciones. A veces, esta necesidad de presentación no se conoce hasta cerca del cierre de operaciones a las 4:30 p. m., hora del este.

Sin embargo, me preocupa el enfoque fragmentario de la Comisión para cambiar los plazos de presentación de EDGAR para sus formularios. Con estas enmiendas, el Formulario 144, los Formularios 3, 4 y 5, el Anexo 14N y las declaraciones de registro presentadas de conformidad con la Regla 462(b) en virtud de la Ley de Valores de 1933, serán los únicos formularios con una fecha límite a las 10:00 p. m., hora del Este. La Comisión ha propuesto por separado el mismo plazo de presentación para los Anexos 13D y 13G, pero esa propuesta no ha sido adoptada.

Mañana marca el 30 aniversario de la reglamentación de la Comisión para implementar el sistema EDGAR para presentaciones electrónicas. La Comisión adoptó su marco EDGAR actual en una era en la que la mayoría de las personas trabajaban desde las oficinas físicas de sus empresas en un horario de 9:00 am a 5:30 pm, de lunes a viernes. Muchas más personas que necesitan hacer presentaciones EDGAR se encuentran en todo el mundo en diferentes zonas horarias. En esta era actual de un ciclo de noticias de 24 horas y trabajo remoto y trabajo desde cualquier lugar, la Comisión debe reevaluar si el marco actual sirve mejor a los contribuyentes e inversores.

Ya es hora de que la Comisión revise sus reglas sobre las fechas, horas y plazos de presentación de EDGAR de manera más holística y permita que los contribuyentes, los inversores y otros participantes del mercado brinden sus comentarios. Al considerar una revisión más completa de EDGAR, recomiendo una discusión sobre las siguientes preguntas:

  1. ¿EDGAR debería poder aceptar presentaciones electrónicas los sábados, domingos y feriados federales?
  2. ¿Es adecuado el período actual de presentación de EDGAR de 6:00 am a 10:00 pm, hora del este?
  3. ¿Qué otros formularios, si los hubiere, deberían tener su fecha límite de presentación extendida de las 5:30 p. m. a las 10:00 p. m., hora del este, u otro horario?
  4. ¿Los declarantes fuera de la zona horaria del este, y en particular los declarantes extranjeros, están en desventaja por los horarios de presentación y los plazos de presentación actuales?

El sistema EDGAR juega un papel clave en la difusión de información material al mercado. La falta de una visión de futuro para el sistema EDGAR a medida que se acerca a su cuarta década es un perjuicio tanto para los inversores como para los emisores.

A las numerosas personas de la Comisión y sus contratistas, declarantes, bufetes de abogados, impresores financieros y agentes declarantes, inversores y otros participantes del mercado, cuya cooperación, previsión y contribuciones durante los últimos treinta años han hecho del sistema EDGAR lo que es hoy.



PERSPECTIVAS DE LAS MÁXIMAS AUTORIDADES – Informe anual 2022 – BANCO MUNDIAL

Mensaje del Presidente

El mundo se enfrenta hoy a peligrosas crisis que castigan a los países en desarrollo, dañan a las poblaciones pobres y vulnerables, y agravan la desigualdad mundial. Las tasas elevadas de inflación, la guerra en Ucrania, los grandes desequilibrios macroeconómicos y la escasez de energía, de fertilizantes y de alimentos han causado la desaceleración económica mundial más abrupta en 80 años, a la que se sumaron las muertes y los cierres de la economía y de las escuelas provocados por la pandemia de COVID‑19. Los países de ingreso bajo y mediano ahora enfrentan un marcado aumento de los precios del gas natural y de los fertilizantes y la peor crisis alimentaria en una década, al tiempo que se esfuerzan por lograr avances para satisfacer sus necesidades de desarrollo a largo plazo, como el suministro de agua potable, el acceso a la electricidad, las habilidades de lectura, la infraestructura de calidad y las inversiones relacionadas con el clima.

En la lucha mundial por aliviar la pobreza y elevar los niveles de vida, es probable que 2022 sea uno de los peores años en décadas. La mediana del ingreso real ha disminuido aún más en muchos países, y los trágicos retrocesos en el desarrollo producidos durante la pandemia se han profundizado. En la edición de junio de nuestro informe Perspectivas económicas mundiales, se puso de relieve el riesgo de estanflación y la concentración del daño en los pobres. La desigualdad es un factor importante de desestabilización: los capitales y los ingresos mundiales se asignan principalmente a los países de ingreso alto debido a sus decisiones sobre política fiscal, monetaria y regulatoria. Se prevé que la desigualdad empeorará en los próximos años, por lo que los objetivos de desarrollo quedarán fuera del alcance de muchos países.

El Grupo Banco Mundial está enfrentando estos desafíos con rapidez, claridad, amplitud e impacto. Hemos comprometido dos tandas consecutivas de financiamiento, trabajos analíticos, actividades de promoción y asesoría sobre políticas para brindar apoyo a las personas, preservar los empleos y restablecer el crecimiento: primero brindamos USD 150 000 millones en respuesta a la pandemia de COVID‑19 y ahora USD 170 000 millones en un período de 15 meses para hacer frente a la crisis alimentaria, así como a la guerra en Ucrania y a sus efectos indirectos. Desde el inicio de la pandemia hasta el cierre del ejercicio de 2022, el Grupo Banco Mundial suministró más de USD 14 000 millones para ayudar a más de 100 países a responder a los impactos sanitarios de la COVID‑19 y vacunar a la población.

En el ejercicio de 2022, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) comprometió USD 33 100 millones, gracias a los cuales se brindó, entre otras cosas, apoyo a más de 45 países de ingreso mediano. De ese monto, USD 300 millones se destinaron a ayudar a Türkiye a aumentar la inversión privada en energía geotérmica. Por su parte, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) comprometió USD 37 700 millones para otorgar donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias a más de 70 países, cifra que incluye USD 645 millones dirigidos a mejorar la resiliencia del sistema alimentario y a la respuesta a la emergencia en Burkina Faso, Camerún, Malí, Mauritania, Níger y Togo. Celebro que en diciembre de 2021 los asociados de la AIF hayan acordado adelantar un año la vigésima reposición de los recursos de la entidad (AIF‑20). Las contribuciones que aportarán a lo largo de tres años y que alcanzan la cifra récord de USD 23 500 millones servirán de base para los USD 93 000 millones de financiamiento total de la AIF en el período comprendido entre los ejercicios de 2023 y 2025, y ayudarán a los países más pobres a abordar sus prioridades apremiantes —como el empleo y la transformación económica, el capital humano, el retroceso en el aprendizaje y la alfabetización, el género, el cambio climático, y la fragilidad, el conflicto y la violencia (FCV)— y a avanzar para restablecer el crecimiento.

A pesar de los factores económicos adversos, en el ejercicio de 2022 la Corporación Financiera Internacional (IFC) brindó un fuerte apoyo al sector privado, con compromisos por un total de USD 32 800 millones (incluidos los fondos movilizados), para los que se tomaron como base los USD 31 500 millones invertidos en el ejercicio de 2021 y con los que se busca lograr el máximo impacto posible. En un momento en que los bancos recortan el financiamiento para el comercio, IFC da un paso al frente para mantener en funcionamiento las empresas de importación y exportación pese a las limitaciones que encuentran. En el ejercicio de 2022, los compromisos de IFC destinados al financiamiento para el comercio alcanzaron los USD 9700 millones, el nivel más alto de su historia; casi el 75 % de esta cifra se invirtió en países clientes de la AIF y en países afectados por FCV. Como ejemplo, cabe citar el Coris Bank de Burkina Faso, que recibió financiamiento de IFC para importar arroz de varios países.

El Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), por su parte, emitió garantías por un total de USD 4900 millones para ayudar a los países a alcanzar sus objetivos de desarrollo. Gracias a estos esfuerzos, unos 15 millones de personas podrán acceder por primera vez al suministro de electricidad o recibir un mejor servicio, y se podrán otorgar préstamos por USD 1900 millones, incluso a empresas locales. Además, MIGA siguió desarrollando su labor en función de sus prioridades estratégicas: en este ejercicio, el 85 % de sus proyectos correspondieron a países afectados por FCV, países clientes de la AIF e iniciativas de mitigación del cambio climático y de adaptación.

La fragilidad, el conflicto y la violencia están intensificándose en gran parte del mundo, por ejemplo, en Afganistán, Etiopía, el Sahel y Yemen. En Ucrania, la guerra ha provocado la pérdida de vidas, hogares y medios de subsistencia, la partida de millones de refugiados y la destrucción de obras de infraestructura. Los costos de la reconstrucción ya se estiman en cientos de miles de millones. Hasta agosto de 2022, movilizamos y ayudamos a transferir USD 13 000 millones en financiamiento de emergencia (de los cuales ya se desembolsaron más de USD 9000 millones) para ayudar a Ucrania a financiar servicios gubernamentales esenciales y atenuar los impactos humanos y económicos. Esto incluye un paquete de USD 1500 millones del Banco Mundial, de los cuales USD 1000 millones corresponden al apoyo excepcional otorgado por la AIF, que tiene como objetivo ayudar a pagar los salarios de los empleados públicos y los de las escuelas. El apoyo del Grupo Banco Mundial también se extiende a los países que reciben refugiados ucranianos.

Con el aumento de los costos de la energía y los alimentos y la enorme demanda insatisfecha de gas natural en Europa, los países en desarrollo enfrentan nuevas presiones sobre su población y sus economías. El repentino aumento de los precios de los alimentos amenaza con agravar las tensiones políticas y sociales en muchos países en desarrollo, con efectos devastadores sobre los sectores más pobres y vulnerables. En algunas zonas de África oriental y meridional, por ejemplo, cerca de 66 millones de personas corren el riesgo de encontrarse en una situación de emergencia alimentaria o de sufrir hambre. En mayo de 2022, anunciamos nuestro apoyo a la respuesta mundial a la crisis de la seguridad alimentaria a través de un financiamiento de USD 30 000 millones, que se entregará hasta fin de agosto de 2023 y que incluye USD 12 000 millones para nuevos proyectos, con el fin de amortiguar el efecto del aumento de los precios e impulsar la producción y el suministro agrícolas. Esta respuesta se basa en la experiencia que adquirimos con la última crisis de los precios de los alimentos, y en ella se tienen en cuenta los datos y los trabajos analíticos de nuestra institución, entre los que figura el informe Commodity Markets Outlook. Adicionalmente, en julio de 2022 me uní a las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los organismos de las Naciones Unidas para hacer un llamado a la acción urgente con el propósito de mejorar la seguridad alimentaria en el mundo brindando apoyo inmediato a las poblaciones vulnerables, facilitando el comercio y el suministro internacional de alimentos, impulsando la producción e invirtiendo en una agricultura resiliente frente al clima.

La disrupción del suministro de energía frena el crecimiento, en especial en las economías que dependen de la importación de combustible. El aumento de los precios del gas natural y su escasez ponen en riesgo la provisión de fertilizantes y el rendimiento de los cultivos, desestabiliza las redes eléctricas y provoca el aumento del uso de combustibles altamente contaminantes. El mundo necesita incrementar con urgencia el suministro de energía y ampliar enormemente el acceso confiable a la electricidad en los países más pobres. Esto requerirá cuantiosas inversiones en energía no contaminante, eficiencia energética y redes eléctricas y de transmisión. Para lograr el realineamiento fundamental de las fuentes de energía de Europa y que esta deje de depender de Rusia, se debe aumentar de manera significativa la generación de electricidad a partir de gas natural y de energía hidroeléctrica, geotérmica y nuclear, de modo de ofrecer una carga base menos intensiva en carbono que permita mantener y expandir las redes eléctricas.

El cambio climático y los eventos meteorológicos extremos generan una presión creciente sobre las economías y las sociedades, en particular en entornos frágiles. El Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021‑25 del Grupo Banco Mundial tiene el objetivo de integrar el clima y el desarrollo, e identificar y elaborar los proyectos que generen mayor impacto con la finalidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lograr la adaptación al cambio climático e incrementar el financiamiento directo en todas las entidades que conforman la institución. Este plan ofrecerá diversas vías para que la comunidad internacional aporte mediante donaciones el enorme flujo de fondos que hace falta para generar bienes públicos mundiales en los países más pobres. Será necesario expandir las herramientas financieras innovadoras, como los bonos verdes y el bono para la conservación de la vida silvestre que emitimos en marzo de 2022 (el primero de su tipo). Con el Plan de Acción sobre el Cambio Climático también se ha introducido un nuevo instrumento de diagnóstico básico: los informes sobre el clima y el desarrollo de los países. A fines de julio de 2022, habíamos publicado los primeros estudios sobre Türkiye, Vietnam y la región correspondiente al Grupo de los Cinco del Sahel. Asimismo, me complace que, en este informe anual, presentemos con mucha mayor transparencia la información del Banco relacionada con el clima.

Una de las principales consecuencias de las crisis actuales es la enorme acumulación de deuda pública. Para muchos de los países más pobres, la carga de la deuda es ya insostenible o corre serios riesgos de entrar en esa categoría. Se necesitará reducir fuertemente el endeudamiento para posibilitar nuevas inversiones y propiciar el crecimiento. Trabajamos en estrecha colaboración con el FMI y otros asociados para ayudar a los países a mejorar la transparencia, la gestión y la rendición de cuentas, todos pasos clave para la sostenibilidad de la deuda. También seguimos instando a los acreedores oficiales y privados a participar plenamente y sin demora en los esfuerzos dirigidos a reducir los saldos de las deudas. Con las políticas vigentes hoy en día en los países acreedores, los pagos de los países más pobres previstos para 2022 y 2023 superarán largamente toda la asistencia para el desarrollo de la que dispondrán. En nuestro Informe sobre el desarrollo mundial 2022, se examinan las políticas que pueden mitigar los riesgos financieros interrelacionados y encaminar el mundo hacia una recuperación sostenible y equitativa.

Por otro lado, me dio gusto dar la bienvenida a nuestras oficinas a muchos colegas este año. Continuamos adaptando nuestro modelo de trabajo para proteger la salud y el bienestar del personal, al tiempo que reconocemos el valor de la interacción presencial para el desarrollo profesional y para ofrecer resultados de calidad a nuestros clientes. El Grupo de Trabajo contra el Racismo del Grupo Banco Mundial continúa llevando adelante la importante labor de lucha contra el racismo y la discriminación racial dentro de nuestra institución y en los países en los que trabajamos. Reafirmo mi compromiso de promover una cultura de apertura y confianza y de incrementar la diversidad y la inclusión en toda la organización, también a través de nuestro Grupo de Trabajo sobre Cultura Laboral.

Las crisis que afectan a nuestros países clientes están profundamente arraigadas, pero confío en que podemos generar un cambio. Para hacer frente a estos desafíos, debemos aprovechar las innovaciones y la dedicación de nuestro personal, la fortaleza de nuestras alianzas y la determinación de la comunidad internacional. El Grupo Banco Mundial mantiene su compromiso de ayudar a los países a superar estos desafíos y trabajar en pos de un futuro más resiliente y sostenible.


Durante el último año, nuestros accionistas pidieron al Grupo Banco Mundial (GBM) que proporcionara apoyo extraordinario en respuesta a las crisis combinadas de la pandemia de COVID‑19 y la guerra en Ucrania, además de continuar con su extensa cartera de trabajo en curso. Esto dio lugar a niveles de financiamiento sin precedentes del GBM en el ejercicio de 2022, a saber: USD 70 800 millones del BIRF y la AIF, USD 32 800 millones (incluida la movilización) de IFC y USD 4900 millones en garantías de MIGA.

Al financiar operaciones de salud, la adquisición de vacunas y otras iniciativas, el GBM ha ayudado a los países en desarrollo y a sus habitantes y empresas a continuar abordando los impactos de la pandemia en la pobreza, la atención sanitaria, el desarrollo humano y económico, y el bienestar. También ha abordado rápidamente las profundas consecuencias de una nueva crisis, la guerra en Ucrania. Los efectos indirectos son numerosos: además de los impactos relacionados con los refugiados, la seguridad alimentaria y la energía, el conflicto plantea consecuencias inciertas y potencialmente duraderas para los canales de comercio, la inversión extranjera, la confianza mundial y las tensiones financieras. Tomando como base los dos objetivos del GBM relativos a la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida, y haciendo hincapié en la promoción de un desarrollo verde, resiliente e inclusivo, el directorio ejecutivo analizó y aprobó varias iniciativas y programas importantes para responder a estas crisis.

No obstante, las necesidades son muchas, y se puede hacer más. El GBM está trabajando con los países donantes para movilizar apoyo financiero a través de diversos canales, como el Fondo de Prevención, Preparación y Respuesta frente a las Pandemias, así como garantías especiales y financiamiento en forma de donaciones para Ucrania. También está colaborando con las partes interesadas sobre el terreno para implementar importantes programas —como el Plan de Acción sobre el Cambio Climático del GBM, la Plataforma Mundial para la Salud de IFC, el Programa de Respuesta Rápida a la COVID‑19 de MIGA y el Programa Estratégico de Preparación y Respuesta ante la COVID‑19 del Banco— y otras iniciativas destinadas a abordar las vulnerabilidades derivadas de la deuda, aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y respaldar el acceso a la energía y la transición a fuentes energéticas menos contaminantes. Continuamos subrayando la necesidad de afrontar las principales causas de la fragilidad y la pobreza —en Afganistán, Haití, Sudán, Yemen y otros lugares— para poder crear capital humano, reducir la desigualdad, promover el empleo y fomentar la recuperación económica.

Dada la inmensa necesidad de financiamiento, el vigésimo proceso de reposición de los recursos de la AIF (AIF-20) se adelantó un año, y en diciembre de 2021 se acordó un paquete de USD 93 000 millones para esta iniciativa. Este es el mayor monto movilizado durante los 61 años de historia de la AIF y ayudará a los países de ingreso bajo a responder a las múltiples crisis actuales y construir un futuro más verde, resiliente e inclusivo. Los países donantes también acordaron realizar una revisión de los derechos de voto de la AIF, lo que dio lugar a un ajuste significativo en este ámbito. Esto ayudará a garantizar la equidad entre todos los donantes y, al mismo tiempo, proteger y mejorar los derechos de voto de los países receptores.

En las Reuniones Anuales de 2021 y las Reuniones de Primavera de 2022, el Comité para el Desarrollo pidió al Banco que ayudara a los países a abordar las necesidades inmediatas de seguridad alimentaria y protección social; que contribuyera a fabricar y distribuir vacunas, invertir en diagnósticos y tratamientos, y fortalecer los sistemas de salud; que continuara respaldando la sostenibilidad y la transparencia de la deuda; que aprovechara el Plan de Acción sobre el Cambio Climático para proteger el capital natural y la biodiversidad; que promoviera la digitalización; que aumentara la movilización de financiamiento del sector privado, y que, en colaboración con el Fondo Monetario Internacional (FMI), coordinara las acciones y orientara las actividades en los países hacia una recuperación económica verde, resiliente e inclusiva. En este marco, instó al Banco a trabajar para alcanzar estas metas, sin dejar de lado los objetivos de poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida y la necesidad de ayudar a los países a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Respaldamos decididamente los importantes esfuerzos emprendidos este año por los directivos superiores y el personal del GBM para abordar temas como la injusticia racial y la cultura en el lugar de trabajo a partir de las recomendaciones de los grupos de trabajo conformados por los propios empleados. Recibimos con agrado estas mejoras mientras avanzamos hacia un modelo de trabajo híbrido. También nos complació poder viajar como grupo a los países clientes en el ejercicio de 2022 —la primera vez desde el inicio de la pandemia— y observar en primera persona el impacto de las intervenciones del GBM.

Agradecemos sinceramente el compromiso constante del personal de todas las instituciones, incluidos nuestros propios equipos, con la misión del GBM, así como su ardua labor durante estos tiempos excepcionales y difíciles. Reconocemos en especial la labor del equipo de gestión de emergencias, que trabajó incansablemente para que pudiéramos volver a nuestras oficinas sanos y seguros, después de un período prolongado de trabajo desde casa.

En el contexto de las múltiples crisis actuales, el GBM está preparado para ayudar a los países y a las personas de todo el mundo a abordar los desafíos humanos y económicos que se presenten y lograr avances en la senda del desarrollo.



Las normas del ISSB pasan a la fase final de redacción


La semana pasada, el Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB) votó sobre la sustancia técnica de sus normas de sostenibilidad. Con el contenido de las normas plenamente acordado, el ISSB puede pasar ahora a la etapa final de preparación: la redacción. Durante la reunión también se acordó una fecha de implementación de enero de 2024 para los Estándares de Divulgación de Sostenibilidad S1 y S2.

La decisión final incluyó una inclusión sorpresa centrada en maximizar la interoperabilidad de varios estándares de sostenibilidad: el ISSB votó para hacer referencia a las Normas Europeas de Información de Sostenibilidad (ESRS) dentro de un apéndice de S1, el estándar de requisitos generales del ISSB, como una fuente de orientación para que las empresas recurran en ausencia de un estándar ISSB relevante. Este movimiento aborda explícitamente la necesidad de alineación entre los dos marcos clave de divulgación climática, aunque aún no está claro qué significa en términos de aplicación práctica de los estándares ISSB, especialmente en jurisdicciones con divulgación obligatoria.

Mientras tanto, a medida que se finalicen los estándares, el ISSB cambiará el enfoque hacia el desarrollo de capacidades, esto incluirá la producción de materiales de capacitación y orientación, y el trabajo con economías en desarrollo y emergentes en asociaciones estructuradas para desarrollar la comprensión local y la implementación de los estándares y ayudar a ampliar el uso.


El Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB), en su reunión del 16 de febrero de 2023 en Montreal, ha tomado sus decisiones finales sobre todo el contenido técnico de sus normas iniciales, informadas por los comentarios que recibió durante una amplia consulta el año pasado. Con la sustancia de las Normas ahora totalmente acordada, el ISSB aprobó por unanimidad entrar en la redacción exhaustiva y el proceso formal de «votación» de las Normas, antes de su publicación prevista para finales del segundo trimestre de 2.

Durante este tiempo, dada la importancia del desarrollo de capacidades para garantizar que esta sea una iniciativa verdaderamente global, el ISSB centrará sus esfuerzos en desarrollar más orientación y material de capacitación, así como en trabajar con socios para ofrecer un programa básico de desarrollo de capacidades en diferentes entornos económicos, de modo que todos los participantes del mercado puedan acceder a sus beneficios. También es particularmente necesario considerar las circunstancias específicas de las economías emergentes y en desarrollo y de las empresas más pequeñas. Para lograr esto, el ISSB está introduciendo asociaciones estructuradas que aprovechan la experiencia especializada para construir una comprensión local para la implementación de las normas. El ISSB ya ha anunciado un paquete de alivios y orientación para apoyar el uso de las Normas, permitiendo a las empresas ampliar su enfoque para usarlas a lo largo del tiempo.

En la reunión, el ISSB acordó que sus Normas iniciales de divulgación de sostenibilidad IFRS, S1 y S2, entrarán en vigencia a partir de enero de 2024. Dado que la divulgación de la sostenibilidad es nueva para muchas empresas a nivel mundial, el ISSB introducirá programas que apoyen a quienes aplican sus Estándares a medida que se construye la infraestructura y la capacidad del mercado.

La decisión sobre la fecha de entrada en vigor responde a la fuerte demanda de los inversores de que las empresas de todo el mundo divulguen información completa, coherente y comparable relacionada con la sostenibilidad. IOSCO y los gobiernos de todo el mundo, incluidos los líderes del G20 y otros, han expresado su urgente necesidad de estándares que permitan a las empresas divulgar información sobre riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad, comenzando con el clima, para apoyar la estabilidad financiera sistémica y para la protección de los inversores.

Además, en la reunión, los miembros del ISSB votaron a favor de hacer referencia a las Normas Europeas de Información de Sostenibilidad (ESRS) dentro de un apéndice de S1, el estándar de requisitos generales del ISSB, como una fuente de orientación que las empresas pueden considerar, en ausencia de un estándar ISSB específico, para identificar métricas y divulgaciones si satisfacen las necesidades de información de los inversores. El ISSB anunció con la Comisión Europea y EFRAG en diciembre pasado que están trabajando hacia un objetivo compartido para maximizar la interoperabilidad de sus estándares y alinearse con las divulgaciones climáticas clave. Dado que las decisiones sustantivas sobre el contenido de las normas ISSB ya están finalizadas, este trabajo conjunto se centrará ahora en la terminología detallada dentro de las normas, que se completará con la finalización de ambos conjuntos de normas.

El ISSB está colaborando actualmente con una serie de otras jurisdicciones y organizaciones activas en el establecimiento de normas de sostenibilidad en apoyo de la interoperabilidad de su línea de base global de normas rentables y útiles para la toma de decisiones, y para prepararse para su implementación efectiva.

El ISSB también está mirando hacia el futuro de las prioridades de establecimiento de estándares y consultará en el segundo trimestre de este año sobre su trabajo futuro.

Al comentar, el Presidente de la ISSB, Emmanuel Faber, dijo:

Respondimos a la demanda del mercado de capitales y del G20 de un lenguaje común de divulgación relacionada con la sostenibilidad centrada en los inversores, trabajando diligentemente para ofrecer estándares que cumplan con la línea de base global. Establecer una fecha efectiva para 2024 es consistente con esta demanda.

Ahora, trabajaremos con los reguladores de todo el mundo a medida que desempeñen su papel, creando las condiciones dentro de sus mercados para la adopción, de modo que los inversores puedan utilizar información comparable sobre los riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad en sus decisiones de inversión sin demora. También participaremos activamente con los muchos preparadores que están considerando la adopción voluntaria de S1 y S2, para responder mejor a las necesidades de sus inversores.

Según lo solicitado por nuestros grupos de interés, hemos construido a partir de marcos y estándares existentes aceptados por el mercado. Esto significa que las miles de empresas que ya utilizan las Recomendaciones TCFD y los Estándares SASB estarán en una posición sólida para usar S1 y S2.



¿La integración comercial de África puede ser un punto de inflexión?


En una nueva investigación se plantea que el acuerdo entre 54 países atraería probablemente más inversión extranjera directa, y gracias a ello se ampliarían sus beneficios.

Imaginemos que una gran empresa textil africana quiere crear una nueva fábrica en un país vecino para ayudar a establecer una cadena de valor regional para su producción. Posiblemente tendrá que hacer trámites engorrosos durante muchos meses para obtener los permisos necesarios y recibir una licencia de inversionista. Las restricciones de visado podrían dificultar la contratación de especialistas para capacitar al personal local, mientras que a otras personas quizás no se les permitiría trabajar porque sus títulos profesionales no son reconocidos. Incluso después de iniciar sus operaciones, los envíos de piezas de la empresa podrían verse obstaculizados por embotellamientos en los pasos fronterizos, la duplicación de trámites e innumerables rondas de inspecciones.

Estos son solo algunos ejemplos de las frustraciones que experimentan las empresas que buscan invertir y realizar intercambios comerciales entre los países de África. No sorprende, entonces, que las fronteras de los países africanos figuren entre las más restrictivas del mundo, una de las razones por las que el comercio y la inversión dentro de la región son relativamente escasos.

En todo el mundo, el comercio y la inversión han sido los principales motores de crecimiento para las economías en desarrollo, sacando de la pobreza a cientos de millones de personas. Pero la fragmentación del mercado interno ha impedido a África beneficiarse plenamente de la tendencia mencionada anteriormente. El Tratado sobre la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) apunta a ser un punto de inflexión. Por primera vez se crearía un mercado único en todo el continente que une a 54 países con una población combinada de 1300 millones de habitantes y un producto interno bruto (PIB) de USD 3,4 billones. Además, se reducirían los obstáculos al comercio y la inversión y se impulsaría la competencia, lo que a su vez aumentaría el atractivo de África para las cadenas de valor regionales y para los inversionistas.

En una investigación independiente se sugiere que el acuerdo podría generar importantes beneficios económicos y sociales en la forma de un crecimiento económico más rápido, mayores ingresos y menos pobreza. Además, ayudaría a África a diversificar e industrializar su economía y reducir su dependencia de las exportaciones de un pequeño número de productos básicos, como el cobre, el petróleo y el café. Las mujeres y los trabajadores calificados estarían entre los principales beneficiarios, aunque se producirían variaciones entre los países.

Pero mucho depende de que los objetivos más ambiciosos del acuerdo se negocien con éxito y luego se lleven a cabo en su totalidad. El cumplimiento efectivo de los compromisos del AfCFTA sobre el terreno debería ser una prioridad para los miembros del tratado. Ello requerirá compromiso político y liderazgo.

Durante la primera fase del acuerdo, que entró en vigor en enero de 2021, se eliminarían gradualmente los aranceles sobre el 90 % de las mercancías y se reducirían las barreras al comercio de servicios. Eso por sí solo aumentaría el intercambio comercial y podría elevar el ingreso real en un 7 % para 2035, reduciendo el número de personas que viven en la pobreza extrema en 40 millones, hasta llegar a 277 millones, de acuerdo con un informe. Alrededor de dos tercios de los USD 450 000 millones en posibles ingresos provendrían de la eliminación de las largas demoras en las fronteras y la reducción de los costos comerciales, facilitándose la incorporación de las empresas africanas en las cadenas de suministro regionales y mundiales.

En otro estudio se examinan dos hipótesis para demostrar que los beneficios podrían ser aún mayores si no solo nos fijamos en las ventajas de la liberalización del comercio, sino también en las derivadas del aumento de las inversiones y de acuerdos comerciales más amplios que abordan la inversión y las cuestiones transfronterizas. La primera hipótesis considera la inversión extranjera directa (IED) adicional que se espera que el acuerdo comercial atraiga de África y del extranjero. La IED es importante porque se traduce en capital, tecnología y habilidades. Además, la IED debería vincularse con la inversión interna y ayudar a las economías africanas a diversificarse hacia nuevos sectores de la agroindustria, las manufacturas y los servicios para mercados internos, dentro de África y fuera de la región. En esa hipótesis, el ingreso real podría aumentar aún más, hasta cerca del 8 % para 2035 (USD 506 000 millones), y el número de personas que viven en la pobreza extrema disminuir en 45 millones.

En la segunda hipótesis se analiza el impacto de la posible ampliación del acuerdo, según lo previsto, para armonizar las políticas de inversión, competencia, comercio electrónico y derechos de propiedad intelectual. Una mayor integración en estas áreas ayudaría a crear mercados justos y eficientes, mejorar la competitividad y atraer aún más IED al reducir los riesgos de cambios de las regulaciones y las políticas. En esta hipótesis, los ingresos aumentarían un 9 % para 2035 (USD 571 000 millones) y el número de personas que viven en la pobreza extrema se reduciría en 50 millones (una caída del 16 % en relación con el número previsto de personas extremadamente pobres en 2035 sin el AfCFTA).

Sin embargo, el acuerdo enfrenta varios desafíos. El sector privado africano, que incluye a las pymes que podrían beneficiarse del AfCFTA, debería familiarizarse más con los diferentes capítulos del tratado e informarse cómo se pueden aprovechar los temas del acuerdo —como la liberalización del comercio de servicios— para impulsar sus negocios. Ese fue el caso de América Central, donde el sector privado se organizó bajo el Sistema de la Integración Centroamericana, una federación de cámaras y asociaciones de exportadores que monitorea regularmente el cumplimiento de los compromisos comerciales.

Las empresas africanas también deberían ver las oportunidades, y no limitarse a reaccionar por temor a la competencia de las importaciones. Además de los ministerios de Comercio involucrados en las negociaciones, otros organismos públicos de los países deberían también informarse sobre el AfCFTA y la función fundamental que pueden estar llamados a desempeñar en la aplicación del tratado sobre el terreno. Es primordial abordar las barreras no arancelarias y las trabas que afectan el desplazamiento de mercancías en los cruces transfronterizos. También lo es reducir los obstáculos al comercio de servicios, porque cada país tiene sus propias regulaciones que abarcan sectores como la logística y el transporte, los servicios financieros, el turismo y las comunicaciones.

Por tanto, firmar el acuerdo es solo el primer paso. Hará falta mucho más para desbloquear los beneficios potenciales en el comercio, la inversión y el empleo. Las naciones africanas deberán dar apoyo a la Secretaría Permanente del AfCFTA, con sede en Accra (Ghana), que se encarga de la administración del acuerdo. Las leyes y regulaciones nacionales tendrán que armonizarse con los protocolos del acuerdo referidos a la inversión, los derechos de propiedad intelectual, la competencia y el comercio digital. Y para hacer frente a los desafíos estructurales de larga data, las naciones africanas también deberán:

  • alentar la liberalización progresiva de las políticas de inversión y comercio transfronterizo en consonancia con los protocolos del AfCFTA para sentar las bases de las cadenas de valor regionales en África;
  • simplificar los procedimientos aduaneros y fronterizos y actualizar la infraestructura para reducir las largas demoras en las fronteras, que han hecho más lento el desplazamiento de mercancías y han elevado los costos comerciales, y establecer centros logísticos eficaces;
  • fortalecer el comercio transfronterizo y la inversión en servicios facilitando el comercio de servicios digitales, eliminando las restricciones a la IED y permitiendo la libre circulación de trabajadores.

Ahora corresponde a los Estados miembros —y los promotores dentro de cada país— trabajar con el sector privado y la sociedad civil, para asegurar que el AfCFTA sea, finalmente, un punto de inflexión para África y permita obtener numerosos beneficios para la población de la región.